domingo, 3 de agosto de 2008

OBSERVACIÓN DE HECHOS




Los hechos no tienen ojos. Uno debe
sorprenderlos como uno sorprende un árbol
prestando atención a sus (¿puedo llamarlas así?)
facetas de copiosidad.

El árbol se levanta.

La casa encierra.

El cuarto florece.

He aquí los hechos exentos de imaginación:
su relación es mutua.

Una dríada es una suerte de cortina de cretona
entre yo y un árbol.
El árbol se levanta, o no se levanta:
depende de que corra o descorra la cortina.

La casa encierra; o deja de significar
como ser extendido sobre uno,
como algo con lo que uno tiene que ver.

El cuarto florece cuando uno ha introducido
una fibra mental bajo su elegancia,
uno o dos cacharros toscos que superan
la persistencia de la fruslería
en las pantallas o el empapelado.

El estilo manifiesta lo que se vio
o esconde la observación
tras el observador: una voz
que lleva collar.

Esas facetas de la copiosidad que he propuesto
existen, así lo hacen cuando quedamos en silencio.



Charles Tomlinson (Inglaterra, Stoke -on-Trent, 1927)

(Traducción de E.L.Revol)





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