jueves, 4 de diciembre de 2014

PODRÍA HABER SIDO UN HAIKU




LAS PALABRAS Y LAS MOSCAS

Mientras leo una antología de la dinastía T'ang
va y viene una mosca alborotada,
alcanzo el repasador desde la silla 
y lo dejo a mi alcance, 
releo un poema de Meng Hao-Jan, esta vez
moviendo apenas mis labios, además de zumbar
la mosca golpetea contra la mesa, da luego en la pared
pasando a la desesperación, me paro
para correr la cortina de la ventana.
“La primavera no solo trae flores”,
me digo. Ya con los dedos en la tela 
decido volver a mi lugar y anotar en un papel
la anécdota sin cambiar nada. 
Cuando quiero acordar
la mosca ya no se oye, y empiezo
el poema de la página siguiente.
Sé que más tarde volveré
a revisar estas palabras.



GRAVEDAD

No sé si por hablar de Galileo buscó la hondonada
mi termo en la mesa, el desliz para inclinarse,
o si la torre de Pizza en mimosa
parodia a escala
se cebó con ese ejemplo
de cortesía. Entre lo distante, entre
lo grande y lo pequeño
es mayor la gravedad
de las palabras.



ALUMNOS CON BIGOTE

Seguramente algo absurdo anoté porque al girar
mis alumnos lucían bigote. 
También a las mujeres floreció mostacho.
Me hice el inocente como pude. La verdad,
traje a colación aquel decreto de Pascual
en 1836: obligó al bigote a todos
sus soldados, como cuenta Schvartzman,*
-con fuente a la vista-, desde el jefe
hasta el último orejón.

Pensaba (es un decir) si soy a veces
el Pascual de mis alumnos al pedir
sea subrayada cierta línea en el rostro del poema
que a ellos no les queda, realmente, en la carilla.

Sea tal vez el ridículo una ayuda
memoria de lo bello, como lo es el horror.
Una forma de centrar la atención 
desde la sombra.



VERANO

La noche se reescribe en el jardín.
A través de las luciérnagas 
el palimpsesto de estrellas.



CARNICERÍA

Imaginate les decía el Checo, yo justo entré,
para nosotros se muere una persona
pero a él se le muere una parte,
mientras pasaba por la sierra un costillar,
Imaginate -o vos calculá, pudo decir-
el amor es una hipoteca.

Yo, calladito.
Ni “mu” del andrógino.
Ni “mu” de Filemón y Baucis,
rumiando a la vez precios y palabras.

- ¿Vacío o costilla, socio?
- Costilla.

Pagué y me fui
con mi parte a casa.




Martín Pucheta (Gualeguaychú, Entre Ríos, Argentina, 1981)






1 comentario:

Anónimo dijo...

Martín querido, la alegría siempre de leerte.
Abrazo desde cada vez más sur, Comodoro Rivadavia.

Tomás W.