viernes, 30 de agosto de 2013

Atardecer durazno


Siempre más sonriente al desastre más bello
Mallarmé

Zócalos sin lijar
                          maderos imperfectos
Tierra blanda suelo baldío

Caen sobre mi cabeza los durmientes de tacuara
Se desmorona el espacio junto a la humedad
de los juncos de cielo
                                   y el tiempo atardece

Por el extremo izquierdo de los escombros
          -en perfecta diagonal-
entra un haz finito y concentrado
                                                      de luz durazno

Se posa en la parte superior de mi mano
como una mariposa que cobija
           una perspectiva
un mensaje

Logro asir con dulzura lo luminoso
hasta en los peores
                               atardeceres





Lucio Madariaga (San Cristobal, Buenos Aires, 1985)




miércoles, 28 de agosto de 2013

Pictórica




Menos de medio litro

Menos 
     de medio litro 
de vino tinto en la botella 
delante del botellón 
al lado de la quesera 
encima del mantel 
que cubre la mesita 
circular en el cuadro

que la mujer del pintor 
apoyó contra el respaldo 
de una silla.



Exclusionista




No hay paisaje

En verdad, sólo pinta
su propia exclusión del paisaje

el pintor.



Mentada


Virgen del mil trescientos
de labiecitos incautos e insuficientes
con lujoso atavío de intensos dorados
mentada por cronistas contemporáneos
sin citar la fuente
afligida y conmovedora.




Rolando Revagliatti (Buenos Aires, Argentina, 1945) 







lunes, 26 de agosto de 2013

Tundra



Barquitos de papel

El intento de justificar naufragios mediante la filosofía
es un consuelo equívoco;
archivar el fracaso
ver qué opinan Platón o Schopenhauer,
rastrear esbozos biográficos
de artistas impares
para comprobar sus angustias
y decirnos:
a Tchaikovsky también le pasó...
Nada de eso sirve,
en la noche del ateísmo fatigado
sabemos que no somos ellos,
que no tenemos nada en común
excepto ese fracaso
tan impersonal
como la fauna
de un quirófano.




Leandro Alva  (Temperley, Provincia de Buenos Airesm 1975)






sábado, 24 de agosto de 2013

Casa de tabaco



MONOLOGO DEL QUE ESCRIBE

Tanto educar la lengua para hundirla finalmente en tu boca. 
A la fuerza vas a creer en el idioma que escribo.

Quieras o no,
hay palabras incontables para hundirte toda la vida.

Voy a hacer con vos lo que oscuramente buscabas. 

Bajo la lámpara voy toda la noche.

Hasta que entiendas de una vez este reflejo que me persigue:
un hombre lía tabaco
sobre la mesa pulida por las mangas de la infancia.



CITA CANTADA

El que lee Mizoguchi templo de oro
y no entiende que fuego es la cita que se esconde
pero sigue de todas maneras palabra por palabra
creyendo:
habrá que advertirle sobre el uso de las máscaras
sobre la visión de una mujer en el orgasmo
sobre el accidente azulado de un tren.
Habrá que aconsejarlo sobre las imágenes de un sueño
        a la sombra del cáñamo índico. 
Incluso:
disuadirlo -frente al poema- del instinto de frotarse 
los dedos sobre el filo de un cucbillo. 
Habrá que advertirle que no es hora de recordar 
el pañuelo blanco que acariciaba el cuello de su madre 
ni la porcelana de un pájaro en celo
              o el grito de Mishima en su jaula.

Aunque diga SI
el que lee Mizoguchi no apagará el fuego.



EN EL MERCADO DE LA ANÉCDOTA

Es hora de escribir.
La esposa que me llama se puede envenenar con mi lengua.
El trabajo pendiente se puede incendiar con mi infancia.
El hijo que me busca se puede ir con todos mis años.
Tengo que construir mi casa de tabaco
entregar lo que hice en la vida:
para la muerte todo y siempre estará bien hecho porque
ni con un pie en la muerte se puede pisotear el pasado.

Es hora y escribir también pasa.

Es como intentar vender un ojo en el mercado de la
    anécdota.
Dar con el instante en que el agua se desliza 
entre las piernas de toda mujer que lustra lo dorado 
en que la piedra se arroja desde la fragilidad 
de todo hijo que mira ventanas altas. 
Y la puerta que encerró al beso. 
Y el cuerpo que alfabetizó al silencio. 
Y el sexo que se hizo sexo.

Veo alimentos que se pudren
sobre la mesa tendida bajo la sombra de mi cabeza
y cartas
libros.

Alguien en la calle huyendo de una presencia que amenaza. 
Pero eso no es poesía.
Ahí se escucha el tren azulado llevándose a mi familia.
Y la casa queda a oscuras
mientras la infancia me circula en sangre
a la velocidad que pasa la muerte por el espejo.


Lautaro Ortiz




Lautaro Ortiz (La Plata, Buenos Aires,  1973). Publicó en poesía “A estas horas y en este día” (1993), “Casa de tabaco” (2010) y el trabajo de investigación “Árabes. Poemas, crónicas y relatos en Sudamérica” (2003). Ejerce como periodista en varios medios y actualmente se desempeña como jefe de redacción de la revista de historieta Fierro.  




jueves, 22 de agosto de 2013

de rayo en fiesta



este destino sin conjuro

Tal vez no haya sido 
la calle que elegimos 
ni el límite impreciso 
vislumbrado a su cabo

o aquel sueño presuntuoso 
con el que dormíamos 
en la infancia

ni siquiera
nuestros mandatos atávicos
o el haber desvanecido
con irreverencia
alguna que otra huella

quizá fue el capricho de un rey 
en una noche de fiesta 
en que dios pasó 
como una sombra furtiva 
sin amor ni recuerdos

tal vez no fuimos tan malos 
ni tan lúcidos 
y no había más opción 
que este destino sin conjuro 
de animal intimidado,,,



las tripitas de la revolución

nos hizo santas 
a las muy putas 
ese hombre de cal y huesos 
a puro jadeo 
de combate y polvo

-la revolución
y sus tripitas sonando
a canción triste-

manuel, 
el libro de julio 
y gaby quemada 
en su mutismo, 
no salvada 
para nunca, 
ni aparecida 
ni abrazada 
como wanda 
a unos botines,,,



brinca, brinca...

...como potranca, 
no da respiro 
ni amordaza

en cada cabriola 
brota savia 
sin beso ni amor 
que le rebote

el hombre 
mira el reloj, 
ve la casa, 
la mujer 
que aguarda

un silencio 
lo proscribe, 
se quita el olor
apenas,
apenas
ensaya un olvido 

ella se viste rápido

fui una niña 
en esta pausa
qué más pedirle
a un hombre bueno
dice,,,



en suspenso

ese hombre 
me suspende

en el recodo
donde
me arrodilla

a libar
lo más alto 
del poema,,,



de rayo en fiesta

yo quiero
una instantánea

como de rayo
en fiesta

que me obnubile
un poco, 
me trastabille 
-y caiga
/a las doce en punto-
la calabaza 
a tiempo/ 
sin cables 
ni tubos 
ni hilos blancos 
de sábana

devolviéndome 
a la oquedad, 
ya libado
el desempeño

y que lloren 
los deudos: 
unos,
otros
que rían
hasta
rozarme,,,



Alicia Pastore




Alicia Pastore. Nació en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1949, Los poemas publicados pertenecen a su libro "de rayo en fiesta", Tahiel Ediciones, 2013.
Escribe y difunde poesía por los siguientes medios:
un caos lúcido (audiotextos - ivoox): http://www.ivoox.com/escuchar-un-caos-lucido_nq_1274_1.html
un caos lúcido (videos - youtube): http://www.youtube.com/user/uncaoslucido?feature=mhee
hacedores del arte (blog): http://hacedores-del-arte.blogspot.com.ar/






martes, 20 de agosto de 2013

Atar es imposible




















Perfume de señora ausente

Yo soy su episodio más destacable

De pie
Genéticamente inaccesible
Mi padre
Obtiene la vejez
Según él, un incidente menor



Manchas
Voy a erigirme
Una estatua
Únicamente
Para contradecir aquello
De que sólo los que vencen
Construyen
Monumentos


Duelen las palabras donde digo silencio 
Las horas más lentas eligen la noche 
El deshielo marchita y yo soy su paisaje 
¿Cómo podré defenderme del agua?




Arenaque


Si cuando mi pie tropieza la luz no lo rescata, 
entonces, es como si nunca me hubiese caído.

Pensar en no pensar. Esa es la cuestión.
Los pocos que somos nos vemos los anversos
y aveces ni eso.
Ahí es donde el afecto cuida la simbiosis.
Sin embargo, uno bien puede ser único.
Ser el único y el mejor público de uno mismo.
Sólo hay que saber cuándo dejar de mirar.
Saber ser público púdico.
Respetable púdico.
(las impudicias y el cinismo se presienten
a no ser que uno sea primerizo y está claro
que uno ya no lo es, no a esta altura)

Y así se siente y así se actúa. Sin querellas ni 
Pompeyas virulentas, ni jugos, ni manifestaciones. 
Apenas una declamación leve cuando alguien 
pregunta con insistencia sobre qué fue del paredón.

-¿Y después? 
-Ya nunca.

(-y no, no es desdén) 
(-¿entonces?)

Posiblemente sea imposibilidad de dolor ante la facie. 
(y eso ya es decir demasiado de mi gentileza, 
pues mi cabeza bien podría hacerse a un lado 
de la pregunta como hacen las bocas que no van 
temblando de cariño hacia el famoso robo adolescente 
o hacia alguna bofetada)

-Pero hablemos de vos. Contame cómo es tu realidad. 
-A mí me tocó la de buscar entre un mar de adverbios
cuál trastorna mejor la verba. Por ejemplo: "Yo te
quiero..."
(tanto, lejos, siempre, mucho, bastante, arriba,
también, tarde, algo, casi)

Me gusta la lentitud con la que busco la acepción
correcta de cada palabra antes de hablar
(y a veces, casi, en lugar de hablar)
Es bueno demostrar que no es preciso demostrar
a pesar de que no es el pensamiento quien tiene el
poder, sino la palabra.

(entre pensamiento, palabra y obra, yo elijo 
omisión, porque sé que al final el equilibrio 
siempre se nos quedará en solo uno de los varios 
lados de la balanza)

En este exacto momento es este texto lo único 
que tiene sentido:

"No nos quiebra ni la paradoja monumental 
de haber hecho el amor en camas separadas."

En este exacto momento somos varios anversos
caminando, hablando, mirando, mirándonos.
(y es evidente que yo voy rumbo al octavo casillero)

(¿estúpido o brillante será convertirme de peón en
torre, o en alfil, en lugar de coronarme directamente
reina?)
Pero nobleza obliga:
(siempre necesité de algo como un sometimiento
inexplicable ante el rival)

-Su Majestad, querida, sepa Usted que no voy 
a atacarla en diagonal.

En este exacto momento una voz le pregunta al Usted de mi anverso:

-¿Le queda chico el papel? ¿Le ajusta? ¿Le tira? 
¿O, al revés, lo escaso es Usted? Fíjese que tiene los 
bordes desajustados a la altura de la sien. ¿Quizás 
una pinza, un drapee, una alforza, un dobladillo?

Qué fastidio.

-¿Qué pretende usted de mí?
-Lo que te haga falta, corazón.
-Está todo bien. Perfectamente así como está.

(es que a la herida hay que llevarla con civismo)

Ser reiterativa en la desconfianza parece ser hoy 
mi mayor acto de fe. Quizás lo poco de romanticismo 
que me ha ido quedando.

En este exacto momento mi presencia en este mundo 
es un completo misterio.

Vaya a saber por qué suceden estas cosas. 
Como sea. No es tan terrible. 
Tiene su encanto.

En este exacto momento una voz le pregunta al Usted de mi anverso:
-¿Le queda chico el papel? ¿Le ajusta? ¿Le tira? ¿O, al revés, lo escaso 

es Usted? Fíjese que tiene los bordes desajustados a la altura de la sien. 

¿Quizás una pinza, un drapee, una alforza, un dobladillo?
Qué fastidio.
-¿Qué pretende usted de mí?
-Lo que te haga falta, corazón.
-Está todo bien. Perfectamente así como está.
(es que a la herida hay que llevarla con civismo)
Ser reiterativa en la desconfianza parece ser hoy mi mayor acto de fe. 

Quizás lo poco de romanticismo que me ha ido quedando.
En este exacto momento mi presencia en este mundo es un completo misterio.
Vaya a saber por qué suceden estas cosas. Como sea. No es tan terrible. 

Tiene su encanto.



Paula Carman






Paula Carman nació en 1967, en Santiago del Estero (Argentina). Se crió en Capital Federal, en la República de Belgrano, donde actualmente vive y trabaja en una ferretería familiar. Atar es imposible es su primer libro publicado (lamás Médula, 2011).





domingo, 18 de agosto de 2013

EL LINAJE DE PIERÁNGELI



















"La niñez es un cuchillo a
tascado en tu garganta, 
imposible de arrancar."
(diálogo del filme canadiense "Les Jumeaux").
Hubo una vez
al sol y a la intemperie,
otra muñeca,

se llamaba Elenita,

hundía sus raíces en el sueño
y el nombre, en ciertas leyendas familiares.

Elenita tenía ojos muy brillantes, 
para conjurar la negrura del bosque, 
que amenazaba con gritos de grandes bocas 
en los alrededores.

La muñeca oía
lo que las nenas educadas
no deben escuchar,
a cambio, la Nena la abrazaba, apretándola fuerte
sobre su corazón.

La muñeca era lo único apetecible para la nena.

Cuando una miraba a la otra,
un destello azul las volvía incandescentes,
bajo esa luz,
y mientras ninguna parpadeara,
estarían protegidas,
pero cuando el sueño iba a buscar a la Nena,
la noche se derramaba
como sangre seca
en recipientes de cristal
                     (a veces los rugidos
                      de las grandes bocas
                      del bosque,
                      los hacían tintinear hasta romperlos).
Una noche,
tanta sangre ahogó a Elenita.

Subió una bruma
hasta la Nena
que estaba de pie al final del arco iris,
porque mientras se ahogaba,
Elenita
le regaló sus ojos,
que al encontrarse con los ojos de la Nena,
se transformaron en un arcoiris
para que pudiera huir

del bosque sangriento.

La voz de la nena cantó toda la noche el memorial de la muñeca:
carrozas negras arrastradas por caballos 
ávidos de silencio 
cruzaban el canto, 
flores calientes y débiles 
que se deshacían en la noche

silbando como murciélagos

y un corazón
doblado sobre sí mismo,

que la Nena nunca más 
abrió.


Irma Marc



Irma Elena Marc, nació en Rosario -Argentina- en 1951 y reside en Corral de Bustos, Córdoba. Es poeta y narradora.Publicó El Gigante- Edit. Ruinas Circulares-2007- Ha recibido variospremios, entre otros 1er.premio de novela 2010, de San Martín-Bs.As. y fue una de las 50 poetas convocados a la 19 edición del Festival Internacional de Poesía de Rosario. Publica en varios blogs, revistasde poesía, nacionales e internacionales. Publicó "El gigante" en Ruinas Cirulares, 2007. Los poemas que presentamos pertenecen al libro Los Ojos, Ed. Ruinas Circulares, 2013).




viernes, 16 de agosto de 2013

La ruta del marfil




Temí y amé lo incierto.

Volé con la inmensa felicidad de los ingenuos.

Y pequé

cada vez
que tejí con espuma

los ojos del amor.



Vi soles brotando
resplandor que se posaba en las pieles
hasta abrirse en oros
vi los rojos y amarillos del deslumbre
vi la terrible oscuridad
en lo brillante.



Cuánto puede demorar una voz
en qué punto estalla
¿no notas lo que se abre?
el tajo que crece y crece
y nos absorbe con su lengua espinosa.
¿Cuál es el límite del golpe
que decapita a lo oscuro
para que la verdad se derrame?



de las Ipomeas ...

hacia el sol en su alto cenit 
la mujer
despliega sus tallos 
de filigranas voraces

-no hay súplica-

solo un hambre de cielo y  nube 

-igual al mío-

un corsé de hojas 
en profusión de flores 
que entre los resquicios 
se siente soplo

un armazón que vuela 
en complicidad de rayos

espíritu azul que se esfuma 
en el letargo del frío.



Ser libre quizás sea
prolongarse
hasta ascender en el sueño
ser desnudez de la palabra
bajo la sisa del mundo
y dibujarse en los huecos
que los sonidos no tocan.



aullar sin luna aullar
a la noche llena
bajo el reflejo del poema que me cubre
y me desnuda
hasta ser sólo el punto
detrás del párpado
que ausente en la inmensidad
se aquieta.



Hablo del hastío
que atraviesan las palabras
cuando agotan su peso
ese lugar
entre mi silencio
y el piso de tus ojos.



de los reflejos de la última palabra...

Como un cisne
que peina el reflejo
con sutiles destrezas de agua
así, rozo tu frente
en la hora en que la luz rebota
en la hora de las ráfagas de oros espejados
en la hora, el minuto, el instante
del adiós.

(Fragmentos
de "La ruta del marfil",
Alción, 2012)

Marina  Kohon (Mar del Plata, Argentina, 1965- reside en Bahía Blanca)


 Desde el 2003, administra un blog de arte celta- irlandés que se llama Orgham, y que puede leerse aquí.







miércoles, 14 de agosto de 2013

La mitad del mundo



Era el agua de río
que corría rápido
y besaba las piedras de la orilla.

Eso era.

Tenía una voz que empujaba 
a los enamorados 
a lo profundo.

A veces era lluvia y desde el cielo
miraba el reflejo
de las manchas de la luna,
la sombra de la casa
en la que soñaba haber nacido.

Era agua de río
que no sabía adonde terminaba.

Lloraba cuando me bebían.

Otras veces llegaba a la tierra 
y me hundía hasta quedar seco.

Era agua de lluvia
y de río
cuando sabía partir.

También fui el otoño
cuando me desprendía de tu lado,
arrancábame huesos y hojas
de colores
y lamía el suelo
de espalda.

También fui el amanecer 
acariciando la sal del mar 
y de tu cuello

hasta que fui desvelo por todas partes.


Jorge Maldonado



Jorge “Andy” Maldonado, poeta argentino nacido en 1976, en Puerto Montt. Vive desde pequeño en la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Es docente de Lengua y Literatura, y trabaja en escuelas de nivel medio como coordinador de talleres de literatura y derechos humanos. Dirige, junto a Luciana Mellado, la plaqueta bimestral Peces del desierto, en la que se publican obras de poetas y artistas plásticos de la patagonia. Algunos de sus poemas fueron publicados en blogs y hojas de poesía. La mitad del mundo es su primer libro publicado.






lunes, 12 de agosto de 2013

Sostiene lo que


Leve

  
Tu cama es amplia blanda y caliente
de manera alternada nos cojemos y nos dormimos.
Cuando me despierto a la mañana la luz
que se vuelve rabiosamente amarilla
al pasar a través de las cortinas
te ilumina los rasgos y yo entonces      
aprovecho  para mirarte.

                         Y te miro

                         Y te miro      
                        
Y no me inquieta interrogante alguno
seguramente nunca  me enamore de vos.



 Fúneral

¿Bajo qué luz debo mirarte?
A vos,
que disponés el sitio de las lámparas,
que es igual a decir el sitio de las sombras;
y ya sabemos que la luz decreta
el nacimiento y la muerte
de las cosas.

Yo      enciendo velas

¿Bajo qué luz debo mirarte?



 Laura Ponce



Laura Andrea Ponce (Agentina, CABA, 1964). Tiene estudios secundarios completos y asiste al Taller literario de Rolando Ravagliatti, desde 2011. Actualmente está intentando editar "Sostiene lo que" -libro en ciernes al cual pertenecen los poemas que publicamos.





sábado, 10 de agosto de 2013

Para que nada sea




















BELLEZA

todo lo que está a punto de derrumbarse
deja ver entre sus grietas
un último resplandor
el calor de una llama atrapada que lo consume desde los días
en que el fuego
quemaba las entrañas de la plenitud

la plenitud
se vuelve piedra oscura
se vuelve piedra oscura
que niega al mundo
su infierno interior

después ruina
bosta cocida por el fuego de la creación
humo
humo y ceniza
mierda seca

el último brillo
respira en las grietas
de lo que está a punto de
de lo que está por
de lo que se abraza a la catástrofe
del fue y no será
de algo que sin misericordia
sin esperanza
con la convicción irrevocable de lo que se derrumba
de lo que se rompe
de lo que en ese momento
por última vez
es
por única vez
es

todo es un instante
la muerte no se confunde con la agonía
la agonía se confunde con la plenitud

la resurrección es la mierda seca

el  yuyo

la tierra agrietada




CONTRAPUNTO

fuga la noche
voy corriendo ciego y fuga la noche
el pecho estalla voy corriendo ciego y fuga la noche
lágrimas los ojos el pecho estalla voy corriendo ciego y fuga la noche

pecho estallado
donde lágrimas los ojos
y una corrida ciega

fuga la noche
cuando el pecho estalla                      (no llega la hora)
y corre ciego a la hora
los ojos lágrimas                               (muerte en los diques)
los ojos ciega corrida

los ojos en fuga                                 (Amén y otros tantos)
el pecho se duele
el pecho se estalla
el pecho se hunde

fuga la noche
fuga y la hora
fuga la noche de muerte la hora          (la muerte es ahora)
de lágrimas el pecho
de ojos que estallan
de cielo que fuga
la noche que mata
                                (la muerte descansa)

fuga que duele en la noche
noche que estalla en los ojos
lágrimas los ojos que corren ciegos
el pecho estalla
el pecho muerte                         (la muerte promesa de nunca nada)

fuga la noche
fuga los ojos
fuga el pecho
fuga la noche en la mirada
fuga el dique en la noche
fuga la muerte estancada en las aguas   (flotan los ojos
                                         flota el pecho que estalla
                                    flota en el dique la muerte estancada)

fuga la noche y no es nada
fuga la noche y es muerte
fuga la noche y lágrimas los ojos

el pecho estalla en el dique
el pecho estalla en el agua que fuga de lágrimas los ojos
el pecho corre ciego
el pecho fuga y estalla                    (hacia la nunca nada)


fuga la noche en el dique
flota la muerte estancada
los ojos lágrimas y en la boca estalla      (estalla para siempre
                                              estalla para nada)

en la boca estalla la noche
y en el dique un cuerpo flota por siempre a la nunca nada
                                    (Por los siglos de los siglos)



Mariano Díaz Barbosa





Mariano Díaz Barbosa nació en 1982, vivió en Buenos Aires y en San Miguel de Tucumán. Pasó por la carrera de Filosofía de la UBA, sin terminarla, y estudió cine en el CIEVYC. Ha escrito guiones para corto y mediometrajes, reseñas literarias para la revista Gramma, de la USAL, y publicó un artículo sobre Yukio Mishima en Intersecciones.psi, la revista digital de la Facultad de Psicología de la UBA. Desde 2005 asiste al taller literario que dicta Liliana Díaz Mindurry. “Para que nada sea” es su primer libro. También escribe cuento y novela.