Los obstinados hacedores de poemas,
con sus poemas que suponen inmortales,
buscan ser atendidos, entendidos,
celebrados, queridos, consolados,
amados y salvados. Pobres niños,
pobres que tanto piden,
los que padecen soledad, postergación, olvido,
y nunca serán hartos.
Oh los que piden por la Poesía en negros pedestales
de las metrópolis en ruinas. Pobres almas,
solitarios despojos de las centurias imperiales,
mis poetas, mis dobles en el espejo, yo.
Raúl Gustavo Aguirre (Argentina, Buenos Aires, Olivos, 1927-1983)
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