jueves, 24 de julio de 2008

PALABRAS DE OBJETO


I

Un gris del cielo se refleja en el mar.
Tu mirada se pierde en el cuerpo incesante.
Esta mirada recoge un murmullo de palabras.
Este pecho ruge en desvelo y con hambruna.
Un espacio se abre al infinito.
Un reloj muere de muerte natural.
Las gaviotas hacen el recorrido de sus propias huellas.
La lluvia está lejana y moja el horizonte.
Dos sillas se olvidan de dos cuerpos.
Una mesa se carga de significado.
Un mozo desaparece detrás de un biombo.
La tarde se asemeja a una frazada palpitante.
El mundo adquiere grandes dimensiones.
Hay una cascara imperceptible que se despliega uniforme.
Una telaraña que acusa el golpe más ínfimo.
Una claridad casi mental.
Todo abunda en este castillo.
Lo necesario para saciar el hambre.


II

Un plano se hace indispensable al peso de las palabras.
Una mesa donde los platos son sólo excusa del hambre.
Dos vasos ahogan la nostalgia de lo ya dicho.
Sobre el plano blanco
flota
se suspende
un abandono.


III

Un niño mira un árbol.
Un niño contiene una mirada que abarca el horizonte.
Mi mirada abraza la mirada de un niño.
Tu mirada se pierde en la pantalla.
La pantalla abarca la boca de este lobo.
En la antesala de esa boca
las miradas se concentran.
Los cuerpos acompañan el terror de los ojos.
Los ojos palpitan.
Los ojos acarician.
Los ojos se vierten a la aventura del sueño.
El sueño me acelera hacia un punto.
El punto es negro.
El punto es la boca dentada de un lobo con hambre.




Verónica Zondek (Chile, Santiago, 1953)




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