martes, 12 de agosto de 2008

REUNIÓN DE VIOLONCHELOS






































Copular y llover me recuerdan la noche blanca de un sauce. No siempre fue así. Antes poseía un deseo de piedras fósiles cuando la eyaculación (ojos de hormiga) anunciaba para mí una flama de alcohol. Ahora el culo de Helena (una alusión más festiva del cielo) me turba con su fuelle: espiral de petirrojo /grifo sin vocación. Ahora la penetro dormida con una lumbre de rosas. Ahora la penetro despierta con un aguacero. No siempre fue así. Copular y llover, en un tiempo lejano, no alumbraban recuerdos de ninguna noche blanca en ningún sauce.

Un caballo bebe luz a la orilla del cielo. Toma la sed con cautela de sapo entre nenúfares. En sus ojos, el otoño trama un molino de agua. A todos les pediré no asustarlo con monturas y espuelas. Un caballo que bebe nubarrones sólo reclama nuestra mirada.

Un gusto de castores en su fuente aturde mi corazón. Pensé en belfos de diablo cuando sobre un campo amarillo, el cielo dejaba fluir una leve parvada. Mi emoción, una ausencia de sal en la noche, contuvo sus labores de riego.

¿Qué espuma beber entonces, como semilla de cópula, leal a las constelaciones de un sauce? Habrá una aurora de frutos amargos para saberlo.




Ernesto Lumbreras


Ernesto Lumbreras (Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966). Es egresado de la carrera de Administración Pública de la Universidad de Guadalajara. Ha publicado en poesía: Clamor de agua (1990); Espuela para demorar el viaje (1993); El cielo (1998) y Encaminador de almas (1999). En crítica: Del verbo dar. Emboscadas a la poesía, (2003). Ha recibido la Beca de poesía en la categoría de "Jóvenes Creadores" del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en tres ocasiones: 1989-1990, 1994-1995 y 1996-1997; el Premio Nacional de Poesía Ciudad de la Paz en 1991, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1992, entre otros premios y distinciones.






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