viernes, 8 de agosto de 2008

LA IDEA

















También para nosotros existía el deseo de poseer
algo más allá del mundo conocido, más allá de nuestro yo,
más allá de nuestro poder de imaginar, algo donde no obstante
pudiéramos vernos a nosotros mismos;
y este deseo aparecía siempre casualmente, al anochecer, y cuando
/hacía tanto frío
que el hielo de los lagos del valle crujía y retumbaba,
y la nieve en remolino cubría la tierra que veíamos,
y las escenas del pasado, cuando volvían a emerger,
no se veían como antes sino espectrales y blancas
entre curvas falsas y tachaduras ocultas;
y ni una vez se nos ocurrió que estábamos cerca
hasta que el viento de la noche dijo: "¿Para qué hacer esto,
especialmente ahora? Vuelvan al lugar donde pertenecen";
y entonces apareció, con sus ventanas relucientes, pequeña,
a la distancia, en las laderas heladas, una cabana;
y permanecimos ante ella, asombrados de que estuviera allí,
y nos hubiéramos adelantado a abrir la puerta,
y hubiéramos pasado a la luz y entrado en calor allí,
de no haber sido que era nuestra sólo por que no era nuestra,
y debía permanecer vacía. Esa era la idea.




Mark Strand (Summerside, Isla del Príncipe Eduardo, Canadá 1934 - Nueva York, E.E.U.U., 2014)

(Traducción de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich)


(Poema extraído del Diario de Poesía Nº68 -2004)



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