Prontas al cordel de nácar saltaron unas perlitas. Frecuentaba el sol la mañana, su látex emperifollado de luminarias en amarillo belga daba de latigazos en los culitos joya. Al piletón de aguamar y ópalo bendito la concha abierta desprendía uno a uno sus perlones blanco-selva y sus patinetas de savia. Leche con flemitas celeste, ojos de pez y caracoles vivos hacían de ensalada para el apetito cíclico de un poder liviano, animal. Los perfiles dorados de los hipocampos dábanle complacencia a ese monstruo de mar. Pero sufría y su dolor saciábase sólo fregando el esplendor del cielo con un guascazo de potro gigantón. Pluviales meteoritos de semen coagulado parten las paredes de vidrio negro, ¡nacen las estrellas!
Gabriela Bejerman (Buenos Aires, Argentina, 1973)
no sé cómo la dejan escribir es una burla quien va a ser el primero en decir que el emperador va desnudo?
ResponderEliminarEs que al grupete de poetas machistas argentinos les encanta, encuentran fundamento en ella para seguir viendo a las mujeres como objetos y no como sujetos, salvo a las amigas lesbianas, claro.
ResponderEliminarCuando el objeto es bello, está justificado, Anónimo.
ResponderEliminarRecordemos a Marechal:
"Tu misión es ser bella".
Marcelo estamos en una página de poesía no? O en "Bailando por un Sueño"? Es adorable la belleza del cuerpo, también es sublime la belleza en la poesia... Desafina tanto que me hace doler el estómago!
ResponderEliminarPor supuesto, pero quién empezó hablando del "machismo", de la "mujer objeto", etc.?
ResponderEliminarLa belleza del cuerpo también puede ser la belleza de la poesía o, al menos, de cierta poesía, de cierta belleza. De cierto juego erótico, en este caso.
Y no desafina; es una más dentro del gran coro polifónico de voces que constituyen la poesía argentina.
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