sábado, 13 de septiembre de 2008

PARAFERN -un poema-





Marcela se frotó los labios

con una raiz alucinógena,
y de la noche bajaron
los desiertos del sonido,
aquellas soledades luminosas
en las patas de los caballos.
En un jardín hundido por el peso
de las mazorqueras ella me dijo
otra vez su nombre, algo como
el ala extraviada de una novia
en la seda, o esas ligaduras
de punky encadenada con aguafresas.
Pero la gravedad del aire
nos exprimió pomelos;
palabras sin sentido, levemente
nórdicas, cuando intoxicados
tragamos los restos de la música.
Pensé que alguno de los dos
debió tomar otro camino,
algo distinto entre los utensilios
de goma del encaje. Cuando ya se abrían
selvas de verde canibalismo sexual,
y un ruido de pisadas en la maleza
nos hizo levantar la cabeza.




Francisco Garamona (Buenos Aires, Argentina, 1976)



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