sábado, 29 de noviembre de 2008

NO SABER



Salir, irse a la lluvia,
a la luz, a la espléndida
marea del verano,
a tanto cielo abierto en la dulzura,
al color obsesivo de la vida que canta
salvajemente en torno nuestro.
Sí, de nosotros salir, irnos echando
la rabia lenta de aquel beso, el roto
fantasma del recuerdo,
saludar ya vencidos los miedos a la muerte,
los miedos a la vida,
descubrir en un pétalo tanta pasión creciente.
Qué luna, qué regalo,
qué albricias inocentes, qué tibiezas tan niñas
recobrar en el juego del viento y sus delicias.
Un día, un día abierto como un dios desvenado
salirnos de nosotros para amar esa nube,
esa pluma de pájaro que desciende y eriza
la ternura del mundo.
Sería tan sencillo... Y sin embargo
basta el grito de un niño, la mirada
de una mujer mendiga
para caer de nuevo en la obediencia,
para llorar más solos que nunca la desdicha
de no saber por qué todo nos mata,
de no saber por qué somos esclavos,
de no saber por qué seremos siempre
humillados, oscuros, desolados, poetas.



Horacio Armani (Argentina; La Pampa, Trenel, 1925 - Buenos Aires,2013)




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