miércoles, 31 de diciembre de 2008

MIMBRE Y POESÍA

















Mimbrero, sentémonos aquí en la calle,
y armemos con tus hilos blancos y con mis hilos azules

los esenciales artefactos de uso diario:
La paz, la mesa, la poesía, la cuna,
el canasto para el pan, la voz para el amor.
Armemos juntos las cosas más esenciales y más simples,

más hermosas y útiles, más verdaderas y económicas,
para cualquiera que pase nos comprenda y nos lleve.
Nos ame, y se pueda servir de nosotros. Nos necesite,
y podamos alegrarlo sin ninguna condición.

Tú armaras el canasto que la lavandera
necesita para sembrar la camisa más blanca,
y yo armaré una canción con olor a jabón y a pureza
para que ella junto al río halle más dulce su trabajo.
Tú tejerás la maleta para que el minero regrese,
para que los novios se casen, para que el hijo pobre
vaya a la ciudad a conquistar un oficio.
Y yo tejeré con los hilos más férreos de mi poesía
el descanso más digno, el amor más profundo, la esperanza

más grande,
para que el obrero mire confiado su casa

y no parta el pan con recelo y a oscuras,
para que los recién casados puedan anidar todos los pájaros
y no tengan que apartarse por una gota de agua,
para que el hijo menor halle la herramienta en su sitio
y no tenga que volverse porque otros la escondieron.
Mimbrero, hermano mío, que es bello nuestro oficio

cuando a ti te encargan una cuna y a mí una esperanza,
cuando a ti te piden una mesa, un velador, un canasto,

y a mí un arma que defienda ese amoblado tan simple.
Que es bella la jornada cuando tocamos con el mimbre o las
canciones

la forma desnuda de la vida: su cintura de trigo,
sus senos llenos de luna, su vientre cubierto de musgo,

sus muslos como ríos, sus brazos como ramas,
sus ojos como un camino en paz bajo la noche.

Que es bello nuestro oficio cuando tentamos ese cuerpo
y yo le pongo el nombre más dulce del amor,
y con mi verbo le digo: levántate, eres libre,
labora en paz, procrea primaveras y veranos,
y lega a toda la tierra tu apellido.
Y tú, oh mimbrero hermano, le vas tejiendo
todos los artefactos que ella necesita
para repartir el pan entre sus hijos:
canastos para almacenar la nieve y la salud,
pequeños cestos para guardar polen y semillas
de una primavera a otra, cunas para continuar
el sol fecundo, maletas para traer la lluvia,
mesas para que las hojas caigan y vuelvan a ser verdes,
y sillas para descansar delante de la paz ganada.




Efraín Barquero





Efraín Barquero. Poeta Chileno. Su nombre es el seudónimo de Sergio Efraín Barahona Jofré (nació en Piedra Blanca, Curicó, Región del Maule,en 1931). Estudió en el Pedagógico de la Universidad de Chile en Santiago, en la misma época de sus compañeros de generación; Jorge Teillier, Pablo Guiñez y Rolando Cárdenas. Más tarde fue agregado cultural en Colombia durante el gobierno de Salvador Allende. Posteriormente se radicó en Francia, país donde estuvo exiliado y trabajó desde 1975 a 1990. Viajó y residió en diversos países del Extremo Oriente, América Latina y Europa, tales como China, México, Colombia y Cuba. Considerado en sus inicios como el natural continuador de la línea de desarrollo poético abierta por Pablo Neruda, su primer libro, La piedra del pueblo (1954), fue incluso prologado por el Premio Nobel, además de ser calurosamente recibido por la crítica por su temática y por el surgimiento de una voz definida y bien calibrada dentro del panorama literario. Empujado a un largo exilio en México, Cuba y Francia tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, Barquero continuó su labor creativa en el extranjero, principalmente en Francia, país en el que escribió A deshora entre 1979 y 1985, y que fue publicado en Chile el año 1992, al igual que Mujeres de oscuro (1992) y El viejo y el niño (1993). Decepcionado de Chile y amarrado ya por la costumbre del exilio, Barquero regresó a Francia al poco tiempo de intentar radicarse en Chile. Sin embargo, antes de su partida publicó La mesa de la tierra, libro con el que obtuvo el Premio Municipal de Literatura en 1999. Actualmente vive alternativamente entre Chile y Francia, donde también permanece una parte de su familia. El 25 de agosto del 2008 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura. Además de las mencionadas, su bibliografía incluye: Enjambre (1959); El pan del hombre (1960); El regreso (1961); Maula (1962); Poemas infantiles (1965); El viento de los reinos (1967); La compañera, poemas de amor (1969); Epifanías (1970); Arte de vida (1970); El poema negro de Chile (1976) y A deshora (1992).


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