sábado, 27 de diciembre de 2008

VENUS EN EL PUDRIDERO






















Observad cómo baila la danzarina,
con qué delicadeza
procura no salirse de la forma.
Cada paso, cada ademán, cada figura
llevan el secreto temor de derramar la belleza
que, entonces, transportada, un momento la asiste
Cruza, se inclina y gira,
como lo haría un cáliz cuidando no verter
el vino
y quedarse ajado y blando.


Horrible es la visión. No soportamos
la Belleza desasida del apoyo,
ni contemplar el Amor solo, libre, espléndido:
un vino en el aire suspendido
sin necesidad de la copa continente
Apenas la mano insolvente y menos eterna
no siguió dando respaldo a la caricia, y ésta, suelta,
es lo único que subsiste,
tampoco toleramos el objeto amante.


¡Torpe! ¿Es el cáliz o el vino lo que ansiabas?
O imaginabas hacer tuyos y poseer de un solo sorbo
danzarina y belleza, amada y amor,
motivo y embriaguez?


Turbado, maldices. Quieres aniquilar
ya no la copa de por sí pulverizada
sino el propio licor, que no la necesita.
Balbuces:
'Siempre ha de ser así, más fuerte el Amor que los amantes,
los actos, más que ellos mismos,
de modo que, dormidos,
si abren de pronto los ojos, aterrados contemplan
que el Otro, el Tercero, ha huido, y de ellos no quedan
sino dos cadáveres inocentes?'.


Con tiento, con tiento, amantes,
no améis demasiado fuerte;
bailarina, reprime tu danza: no ocurra que
sea tan vivo vuestro impulso,
que, desprendidos de vosotros,
Amor y Belleza
se presenten acusadores y terribles
y os reduzcan a vestigios para siempre.


(Fragmento)

Eduardo Anguita



Eduardo Anguita Cuéllar. Poeta chileno. Nació en Yerbas Buenas, Linares, en 1914. Estudió derecho en la Universidad Católica de Chile, carrera que no concluyó. A partir de entonces colaboró en numerosas revistas y diarios como Ercilla, Plan, Atenea, La Nación y El Mercurio, entre otras. Además fue redactor creativo para distintas agencias publicitarias y para las radios Minería y Agricultura. Su obra literaria comenzó en 1934, cuando tenía 20 años, con Tránsito al fin, poemario que fue traducido al inglés en 1942. Anguita, considerado miembro de Generación Literaria de 1938, inició su actividad creativa en un período en que se desarrollaban importantes movimientos estéticos de vanguardia, fundamentalmente el surrealismo y el creacionismo. Fue amigo y admirador de Vicente Huidobro y compartió búsquedas poéticas con Pablo Neruda y Volodia Teiltelboim. Además se mantuvo vinculado muchos años al grupo Mandrágora.
En 1935, junto a Volodia Teitelboim, publicó Antología de poesía chilena nueva. La edición de este libro, más allá de la encendida polémica literaria que provocó, fue un valioso aporte al reconocimiento de las nuevas tendencias poéticas de la época. En el prólogo de este volumen, los autores explican su idea o concepto de la función de la poesía: "La poesía no puede ser considerada como un entretenimiento útil al espíritu. Para el poeta ella es elemental, como cualquiera de sus funciones orgánicas: es un reclamo del ser, que pide ser representado dentro del cosmos, y en este sentido, la poesía responde lisa y llanamente al instinto de conservación del individuo". Esta antología incluyó a Vicente Huidobro, Ángel Cruchaga Santa María, Pablo de Rokha, Rosamel del Valle, Pablo Neruda, Humberto Díaz-Casanueva, Juvencio Valle, Omar Cáceres y a los antologadores. En 1955, el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo lo designó agregado cultural en México. Después de un año en ese país, publicó Palabras al oído de México (1960) y su recordada entrevista al escritor mexicano Alfonso Reyes. En este período, Eduardo Anguita practicó el oficio de cronista literario con el seudónimo de Osvaldo Guzmán Muñoz. Dentro de sus obras más destacadas se cuentan Antología de poesía chilena nueva (1935), Venus en el pudridero (1967), Poesía entera (1971), Antología de Vicente Huidobro (1945), El poliedro y el mar (1962), La belleza de pensar: 125 crónicas (1987) y Anguitología (1999). En su larga trayectoria literaria fue galardonado en distintos concursos: Premio Municipalidad de Santiago en dos ocasiones, por El poliedro y el mar (1963) y Poesía entera (1972); Premio María Luisa Bombal de la Municipalidad de Viña del Mar; y, en 1988, el Premio Nacional de Literatura. Alejado del mundo literario, falleció el 12 de agosto de 1992.




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