miércoles, 21 de enero de 2009

DAMA ETRUSCA



Se la ve medio recostada

como para una comida
sobre el conjunto de sus propias cenizas.

Sujeta en la mano un abanico
que tiene la forma de una hoja.

Todo esto, desde hace siglos, inmóvil,
una urna de arcilla, color de rosa,
y una cosa más
que nos invita a un tierno respeto:

un cofrecillo, no muy pesado
ni muy sólido,
como veríamos una caja de ungüentos
en la efigie de una belleza viva
ante su tocador; y allí cerca, el espejo.

Ella fue todo el amor de un hombre
durante un tiempo, en Toscana, o durante una vida,
bajo el mismo sol que ilumina todavía nuestros pasos.


Pero el espejo ya no tiene nada que temer
de su aliento,
y el abanico en forma de hoja
ya no habrá de esconder ningún rubor de vergüenza.
Ella ha tenido que olvidar lo que era la brisa...


¡Pero qué cosa extraña, estas imágenes de mujeres muertas
que todavía despiertan una vaga especie de amor
en estas sombras en que nos hemos convertido!




Philippe Jaccottet (Suiza, Moudon, 1925)


(Traducción de Enrique Moreno Castillo)

DAME ÉTRUSQUE

On la découvre à demi couchée
comme pour un repas
sur le recueil de ses propres cendres.

Elle tient dans la main un éventail
qui a la forme d'une feuille.

Tout cela, depuis des siècles, immobile,
une urne en terre, rose,
et autre chose encore
qui nous invite à un tendre respect:

un coffret, même pas très lourd
ni très solide,
comme on verrait une boîte à onguents
à l'effigie d'une beauté vivante
sur sa toilette; et, non loin, son miroir.

Celle-ci fut tout l'amour d'un homme
une saison de Toscane, ou une vie,
sous le même soleil qui éclaire encore nos pas

Mais le miroir n'a plus rien à craindre
de son souffle,
et l'éventail en forme de feuille
n'aura plus à cacher aucune rougeur de honte.
Elle a, dû désapprendre ce qu'était la brise...

Que c'est étrange, néanmoins, ces images de mortes
qui éveillent encore une espèce vague d'amour
chez les ombres que nous sommes devenus!

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