martes, 13 de enero de 2009

EL SUEÑO DE LAS CASUARINAS














Mirá

lo que son
las cosas:
se duerme
una rama
en las casuarinas.


Y no está
podrida,
nada.


Se duerme después
de una vigilia de años
—desde que vinieron
los albañiles de Bogado
y se hizo la casa
están esas plantas.


Así dicen
los paisanos.
La piedra bárbara
no dejó espiga
en pie,
el tornado
se llevó techos
y silos en el pueblo,
tumbó al tren
de la madrugada
en Juan B. Molina,
pero las casuarinas
ni se mosquearon.


¿Las casuarinas?
Hacían de cuenta
que un sol radiante
las limpiaba.


Y ahora, así dicen
los que saben,
se duerme una rama.
Según he visto,
les ataca de pronto
entre octubre
y diciembre: mirá
cómo son las cosas.


La primera vez
me di cuenta
porque la yegua.
Fue un estruendo:
la rama callada
en el suelo,
no podrida ni nada,
y en las otras
el silbido de la brisa,
como velándola.


Y desde que vinieron
los albañiles —de antes,
porque no había más
que tierra y animales
cuando sembraron,
en dos hileras enfrentadas,
esas plantas.


Cuando la sienten
dormirse, dicen,
carpinteros, palomas,
calandrias, caseros,
todos dejan el nido,
porque en el suelo
no ofrece abrigo.
Y las otras silban,
estremecidas
por la brisa.


Como una ramita,
como una hoja
que se quiebra,
como un yuyo
que uno corta
y se lleva a la boca.


Mirá
lo que son
las cosas:
cuando el casero
mezcla barro y paja
en una rama extraña
anuncia el sueño
de la casuarina.


Y me di cuenta
porque la madrina,
la campana guiando
a locas al potrillo,
y el llanto de los perros,
como si hubieran visto
al mismo diablo.


Pasó varias veces
la lluvia grande,
pasaron las tormentas
más tremendas,
la piedra y todos
los vientos conocidos.
Para las casuarinas,
como una noche
serena y de cielo
sembrado de estrellas.


Esa rama silbaba,
se quejaba, crujía,
según, con las otras,
pero ahí estaba,
despierta, como nueva.


Y cuando comenté
me contaron
que los paisanos dicen
que a lo mejor se cansan
de tanto trabajo
con el viento y el agua,
que no es joda,
o se agotan con la vigilia,
y que lo cierto
es que de pronto,
de un día para el otro,
se quedan dormidas.


Mirá
lo que son
las cosas:
mirá cómo son.

(de Lengua natal;
Ediciones en danza, Bs.As., 2007)

Osvaldo Aguirre (Colón, Buenos Aires, 1964)






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