Tres monjas de zoquetes verdes
tocan sus bellos acordeones
cantando y moviendo los dedos
idas nuevamente del mundo
porque las religiosas siempre
se están retirando del mundo
sus trajes simples se mueven
al viento para no volver jamás
lo mismo sus melodías que van
camino al Orientado que goza
tres alegres zoquetes verdes de lana
tres crucifijos tres rosarios
tres refulgentes y bellos instrumentos
libres de Berio y la geósfera
retiradas idas llevadas expulsadas
bailan corren de aquí para allá
la ropa tendida flamea en un alambre
el olor a jabón blanco se esparce
igual al olor de sus cabellos cubiertos
y de sus muslos y de sus codos
un gran movimiento de olor a jabón
recorre el jardín del convento
son ellas que bailan y cantan como lo hacían
hace quinientos años las otras religiosas
más melódicas y menos limpias sin el ojo blanco
del polvo de jabón esparcido
mueven sus dedos que se están yendo para
siempre hacia un platónico arquetipo
yéndose como los rápidos dedos de las adolescentes
que menean su campanita roja
ellas las santas las Teresa de Ávila
las Rosa de Lima refinadas de suplicio
voluntarias musicales poco terrestres
aéreas como Diodata Degli Ademari
insepultas acordeonistas cronistas de la
pompa de jabón blanco íntimas inefables
histéricas al estilo de Diana de Andolo
licuadas amantes del paté de ganso
con sus acordeones bailan bailan bailan
cantan melodías referidas al cabrito del Salvador
mueven de aquí para allá sus cuerpos
de cloro inciensarias lejanas al almíbar
las campanas del convento compiten
con su badajos sus glandes macizos
amplificados por todo el aire que se mueve
vendado en sus verdes medias de lana
la música no lo es todo para ellas
así como ellas no lo son todo para la música
la armonía ha hecho lo indecible
para que las religiosas la desestimen
pero las gloriosas afeitadas insisten
moviendo sus dedos en los acordeones
¿qué deberíamos hacer nosotros los
oyentes pasivos los geósferos?
¿atarlas colgarlas de un ciruelo
llenarles la boca con jamón?
¿por qué? si ellas disfrutan con sus
trajes holgados haciendo monerías
¿deberíamos callarlas dejarlas ascender
como los globos colorados de los niños?
bailan bailan corren y cantan y bailan
para que el Salvador retire sus espinas
pero el Orientado acostumbrado a Häendel
a Pallestrina se llena de estrellas los oídos
tapándose la cabeza con la sábana sagrada
enviándoles afonía nódulos escapes de aire
el abate las ve frágiles dulces y espontáneas
donantes de sus órganos lívidas comestibles
cerealitas exprés religiosas hermanas
sor juanas del té manon chocolinas
¡sigan preciosas! sigan con sus metatarsos
y sus falanges gravando en el aire
continúen esparciendo el aroma del jabón
blanco por la espúrea canaleta del mundo
no edifiquen sino melodías mínimas
para el agujero de ozono y las toallas
todos los desiertos añoran sirenas que cantan
y muchachas envueltas en corpiños
mañana no estarán y nosotros los geósferos
soportaremos el silencio y las moscas
¿es preferible entonces el canto del gallo
engordado con píldoras y anabólicos?
¡oh señoras! sigan tocando y bailando
no hagan caso del inveterado oído del crucificado
no hagan caso de los Who que en cualquier
momento vuelven a unirse
para hacernos menos creyentes
menos donantes de los órganos.
Alberto Muñoz (Argentina, Buenos Aires, 1951)
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