domingo, 22 de febrero de 2009

Oda XXVIII

(Libro Tercero)

Qué es lo mejor que puedo hacer
en estas Neptunalias? Lidia, busca ya, pronto,
ese vino de Cécubo escondido
y arremete contra la prudencia amurallada.

Ves declinar la tarde y sin embargo
como si el día alado se hubiera detenido,
dudas en traer un ánfora que duerme
en la bodega desde que Bíbulo era cónsul.

Yo cantaré a Neptuno y las Nereidas
de verde cabellera; tú, con la curva lira
replicarás cantando en honor
a Latona y los dardos de Cynthia, la veloz.

La que posee Cnido y las brillantes
Cícladas, y visita Pafos conduciendo sus cisnes,
en un canto final será honrada;
también la Noche un treno habrá de merecer.



Horacio


(Versión de Daniel Samoilovich
y Antonio D. Tursi)


Festo quid potius die
Neptuni faciam? Prome reconditum,
Lyde, strenua Caecubum
munitaeque adhibe vim sapientiae.

Inclinare meridiem
sentis ac, veluti stet volucris dies,
parcis deripere horreo
cessantem Bibuli consulis amphoram.

Nos cantabimus invicem
Neptunum et virides Nereidum comas,
tu curva recines lyra
Lalonam et celeris spicula Cynthiae;

summo carmine, quae Cnidon
fulgentesque tenet Cycladas et Paphum
iunctis visit oloribus
dicetur; merita Nox quoque nenia.




Horacio (Quintus Horatius Flaccus; Venusia, actual Italia, 65 a.C.-Roma, 8 a.C.) Poeta latino. Hijo de un esclavo liberto, tuvo la oportunidad de seguir estudios en Roma, y posteriormente en Atenas, adonde se trasladó para estudiar filosofía. Una vez allí, fue acogido por Bruto, el asesino de César, y nombrado tribuno militar de su ejército. Sin embargo, en la batalla de Filipos (42 a.C.) se evidenció su falta de aptitud para el arte militar y decidió regresar a Roma. Empezó a trabajar como escribano de la cuestura, cargo que le dejaba tiempo libre para dedicarse a escribir versos. Por entonces conoció a Virgilio, quien lo introdujo en el círculo de Mecenas, donde paulatinamente ganó relevancia y afianzó la amistad con éste, quien lo presentó a Augusto. Consiguió también la protección del emperador, que incluso le ofreció el cargo de secretario personal suyo, puesto que rechazó por no adecuarse a los principios de su moral epicúrea. Personaje muy respetado en los altos círculos romanos, tanto literarios como políticos, se mantuvo siempre bajo el amparo de Mecenas, junto con quien está enterrado. Su poesía se divide en cuatro géneros que dan nombre a sus obras: Sátiras, invectivas personales y retratos irónicos de su tiempo divididos en dos libros y escritos en hexámetros; Épodos, diecisiete poemas yámbicos de temática variada e influencia helenística, en especial de Arquíloco; Odas (Carmina), también en hexámetros; y las Epístolas, su última obra, en la que, coincidiendo con una actitud vital y literaria más calma y más propicia a la reflexión moral que a la invectiva y la sátira mordaz que caracterizaron sus obras primeras, optó por la ficción epistolar sin abandonar la escritura en hexámetros. Entre las Epístolas se encuentra la célebre Arte poética, que marcó las pautas de la estética literaria latina. La poesía horaciana, con su variedad de temas nacionales y, sobre todo, su perfección formal, signo de equilibrio y serenidad, fue identificada en el Renacimiento como la máxima y más excelsa expresión literaria de las virtudes clásicas, y su influencia se ha mantenido hasta hoy.

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