domingo, 5 de abril de 2009

DIARIO DE VIAJE



Como los billetes y monedas que van de mano en mano

y representan diferentes sueños según quien compra o vende;
como todos los que somos en esa galería de espejos
rodando a través del día, según quien nos trata o nos confunde
con sus mismos equívocos, así como
nosotros hacemos con cuantos conocemos:
Ser uno para el vecino dormido a medias en el saludo del ascensor,
otro para el portero que riega y lava distraído las puertas que dejamos,
otro para el conductor del autobús, otro
para el que se baja a tiempo para sentarnos;
y así entre sucesivos fantasmas ser otro
espectro apenas entrevisto un segundo
por el mapa de miedos, deseos y carencias de repetidos niños
que apenas, apenas, han envejecido.
En la noria del día pertenecer siempre a lo desconocido,
como una hoja que circula libremente entre las piedras lamidas por el agua.
Deslizarnos distraídos como un globo
flotando en el mar de la mente,
y ser sólo una imagen distante una esfera un segundo, apenas, colorida-
en el horizonte del océano de los otros:
ellos son piezas de un naufragio
en el mar de nosotros y nosotros un palo, una prenda perdida,
un retazo de algo que la marea aproxima,
que examinan pensando
en otro tema lejano y que deja caer a las olas o que arrugan con fiasco.
Lo que digamos es espuma que no afecta su rumbo.
En nuestros bordes
sus palabras son agua
que pronto se evapora.



Luis Benitez  (Buenos Aires, Argentina, 1956)



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