jueves, 9 de abril de 2009

EL ASFÓDELO



(Libro primero)


Del asfódelo, esa flor algo verde,
igual que un botón de oro
sobre su tallo bifurcado
—si no fuera porque es verde y leñoso—
yo vengo, querida,
a cantarte.
Vivimos mucho tiempo juntos
una vida llena,
si quieres,
de flores- Así que
me alegré
apenas supe
que también había flores
en el infierno.
Hoy
estoy lleno de la memoria borrosa de aquellas flores
que a los dos nos gustaban
incluso esta pobre
cosa descolorida
—la vi
cuando era un niño—
poco apreciada entre los vivos
aunque los muertos la ven,
preguntándose entre ellos:
¿ Recuerdo algo
que estuviera modelado
como esta cosa?
mientras nuestros ojos se llenan
de lágrimas.
De amor, constante amor
contarán que
aunque demasiado débil un baño de carmesí
le da color
para hacerla totalmente creíble.
Hay algo,
algo urgente
que debo decirte a ti
y sólo a ti
pero que debe esperar
mientras bebo en
el goce de tu cercanía
quizá por última vez.
Y así,
con el miedo en el corazón,
dejo que pase el tiempo
y sigo hablando
porque no me atrevo a detenerme.
Oyeme mientras hablo
contra el tiempo.
No durará
mucho
He olvidado
y veo sin embargo con bastante claridad
algo
central en el cielo
que
¡Un olor
emana de él!
¡Un olor dulcisimo!
¡Madreselva! Y ahora
llega el zumbar de una abeja
y toda una marea
de memorias hermanas.
Sólo dame tiempo,
tiempo para recordarlas
antes de que deba hablar.
Dame tiempo,
tiempo
Cuando era muchacho
tenía un libro
al que, de tanto en tanto,
agregaba flores prensadas;
luego, tras cierto tiempo,
tuve una buena colección.
El asfódelo,
agorero,
entre ellas.
Te traigo
resucitada,
la memoria de esas flores.
Eran dulces
al prensarlas
y retenían
algo de su dulzura
por largo tiempo.
Es un curioso olor,
un olor moral,
éste que me trae
cerca de ti.
El color
fue lo primero en irse.
Tuvo que llegarme
un desafío,
tu querido ser
mortal como yo lo era,
¡la garganta del lirio
ante el colibrí!
La riqueza sin fin
pensé,
me tiende sus brazos.
Mil tópicos
en un florecer del manzano.
A sí misma
se dio de buena gana la tierra generosa
¡El mundo entero
llegó a ser mi jardín!
Pero el mar
que nadie cultiva
también es jardín
cuando el sol lo hiere
y las olas
despiertan.
Lo vi
lo mismo que tú
cuando hace avergonzar
a todas las flores.
Además, allí está la estrella de mar
endurecida por el sol
y las otras hierbas
y algas marinas. Sabíamos esto
y lo demás acerca suyo
porque nacimos junto al mar,
conocimos sus setos rosa
al mismo borde del agua.
Allí crece la malva coral,
y cuando es época
las frutillas
y allí, más tarde,
fuimos a recoger
la ciruela silvestre.
No puedo decir
que llegué al infierno
por tu amor
pero muchas veces
me descubrí allí
al ir en tu búsqueda.
No me gustó
y quise estar
en el Cielo. Oyeme.
No te alejes.
Aprendí mucho durante mi vida,
en los libros
y fuera de ellos
acerca del amor.
La muerte
no marca su fin.
Hay una jerarquía
que puede ser recorrida,
creo,
en su servicio.
Su galardón:
es una flor mágica;
un gato de veinte vidas.
Si nadie viene a ponerlo a prueba
el mundo
saldrá perdiendo.
Ha sido
para ti y para mí
como el que vigila una tormenta
viniendo sobre el agua.
Estuvimos
año tras año
frente al espectáculo de nuestras vidas
con las manos juntas.
La tormenta desenvuelta.
El relámpago
juega sobre el filo de las nubes.
Hacia el norte el cielo
es plácido,
azul en los arreboles
mientras la tormenta crece.
Es una flor
que pronto alcanzará
el máximo de su florecer.
Bailábamos,
en nuestras mentes,
y leíamos un libro juntos.
¿Recuerdas?
Era un libro serio.
Y así los libros
entraron en nuestras vidas.
¡El mar! ¡El mar!
Siempre
cuando pienso en el mar
me viene a la mente la Ilíada
y el yerro público de Helena
que engendró el poema.
De no haber sido por él
no hubiera habido poema y el mundo,
si hubiésemos recordado
esos pétalos carmesí
desparramados sobre las piedras,
lo hubiera llamado simplemente
asesinato.
La orquídea sexual que floreció entonces
enviando a tantos
hombres
desinteresados a sus tumbas
les dejó su memoria
a una raza de locos
o de héroes
si el silencio es una virtud.
El mar solo
en su multiplicidad
guarda alguna esperanza.
La tormenta
resultó abortada
pero nosotros seguimos
tras los pensamientos que ella despertó
para
cimentar de nuevo nuestras vidas.
Es la mente
la mente
que debe ser curada
antes de la intervención
de la muerte
y se volverá otra vez
un jardín. El poema
es complejo y también el lugar que hay hecho
en nuestras vidas
para el poema.
El silencio puede asimismo ser complejo también
pero no se llega lejos
con el silencio.
Empieza otra vez.
Es como el catálogo
de naves en Homero:
ocupa el tiempo.
Hablo con figuras
lo suficiente, los vestidos
que llevas puestos también son figuras,
no podríamos encontrarnos
de otro modo. Cuando hablo
de flores
es para recordar
que en un tiempo
fuimos jóvenes.
No todas las mujeres son Helena,
ya lo sé,
pero tienen a Helena en sus corazones.
Querida mía:
lo tienes en el tuyo, por eso
te amo
y no podría amarte si no fuera así, de otro modo.
Imagina que ves
un campo hecho de mujeres
todas de un blanco-plata.
¿Qué habrías de hacer
sino amarlas?
¡La tormenta estalla
o se disipa! y no es
el fin del mundo.
El amor es algo más,
o al menos así lo pensé,
un jardín que se expande,
aunque te conocí como mujer
y nunca pensé de otra forma,
hasta que el mar entero
haya sido tomado
y todos sus jardines.
Era el amor del amor
el amor que devora todo el resto,
un amor agradecido,
un amor a la naturaleza, la gente,
los animales,
un amor que engendra
la gentileza y bondad
que me movieron
y eso fue lo que en ti yo vi.
Debí haber sabido
aunque no lo supe,
que el lirio del valle
es una flor que causa mucho mal
al que la sopla.
Tuvimos nuestros hijos
rivales en la furiosa arremetida general.
Los dejé a un lado
a pesar de cuidarlos
tanto como un hombre
puede cuidar a sus hijos
en la medida de mis luces.
Tú lo entiendes
tenía que encontrarte
después de lo que pasó
y tengo todavía que encontrarte.
Amor
al que también tú reverenciarás
conmigo;
una flor
una flor muy frágil
será nuestra alianza
y no porque
seamos demasiado débiles
para actuar de otro modo
sino porque
en la cumbre de mi potencia
arriesgué lo que debía hacer,
para probar que no obstante
nos amamos
mientras mis huesos sudaban
porque no podía gritártelo
en el acto.
Del asfódelo, esa flor algo verde,
yo vengo, mi amor,
a cantarte!
Mi corazón revive
cuando piensa que te trae noticias
de algo
que te concierne
y concierne a muchos hombres. Mira
lo que se hace pasar por nuevo.
No lo encontrarás allí sino
en los poemas despreciados.
Es difícil
obtener noticias de los poemas
aun cuando los hombres mueren miserablemente todos los días
por carecer
de lo que se encuentra allí.
Oyeme
que también a mí me conciernen
y a cada hombre
que quiere morir en su cama pacíficamente
reconciliado.


William Carlos Williams (estadounidense, Rutherford, New Jersey, 1883-1963)

(Traducción de Jorge Santiago Perednik)



from "Asphodel, That Greeny Flower"

Of asphodel, that greeny flower,
like a buttercup
upon its branching stem-
save that it's green and wooden-
I come, my sweet,
to sing to you.
We lived long together
a life filled,
if you will,
with flowers. So that
I was cheered
when I came first to know
that there were flowers also
in hell.
Today
I'm filled with the fading memory of those flowers
that we both loved,
even to this poor
colorless thing-
I saw it
when I was a child-
little prized among the living
but the dead see,
asking among themselves:
What do I remember
that was shaped
as this thing is shaped?
while our eyes fill
with tears.
Of love, abiding love
it will be telling
though too weak a wash of crimson
colors it
to make it wholly credible.
There is something
something urgent
I have to say to you
and you alone
but it must wait
while I drink in
the joy of your approach,
perhaps for the last time.
And so
with fear in my heart
I drag it out
and keep on talking
for I dare not stop.
Listen while I talk on
against time.
It will not be
for long.
I have forgot
and yet I see clearly enough
something
central to the sky
which ranges round it.
An odor
springs from it!
A sweetest odor!
Honeysuckle! And now
there comes the buzzing of a bee!
and a whole flood
of sister memories!
Only give me time,
time to recall them
before I shall speak out.
Give me time,
time.
When I was a boy
I kept a book
to which, from time
to time,
I added pressed flowers
until, after a time,
I had a good collection.
The asphodel,
forebodingly,
among them.
I bring you,
reawakened,
a memory of those flowers.
They were sweet
when I pressed them
and retained
something of their sweetness
a long time.
It is a curious odor,
a moral odor,
that brings me
near to you.
The color
was the first to go.
There had come to me
a challenge,
your dear self,
mortal as I was,
the lily's throat
to the hummingbird!
Endless wealth,
I thought,
held out its arms to me.
A thousand tropics
in an apple blossom.
The generous earth itself
gave us lief.
The whole world
became my garden!
But the sea
which no one tends
is also a garden
when the sun strikes it
and the waves
are wakened.
I have seen it
and so have you
when it puts all flowers
to shame.
Too, there are the starfish
stiffened by the sun
and other sea wrack
and weeds. We knew that
along with the rest of it
for we were born by the sea,
knew its rose hedges
to the very water's brink.
There the pink mallow grows
and in their season
strawberries
and there, later,
we went to gather
the wild plum.
I cannot say
that I have gone to hell
for your love
but often
found myself there
in your pursuit.
I do not like it
and wanted to be
in heaven. Hear me out.
Do not turn away.
I have learned much in my life
from books
and out of them
about love.
Death
is not the end of it.
There is a hierarchy
which can be attained,
I think,
in its service.
Its guerdon
is a fairy flower;
a cat of twenty lives.
If no one came to try it
the world
would be the loser.
It has been
for you and me
as one who watches a storm
come in over the water.
We have stood
from year to year
before the spectacle of our lives
with joined hands.
The storm unfolds.
Lightning
plays about the edges of the clouds.
The sky to the north
is placid,
blue in the afterglow
as the storm piles up.
It is a flower
that will soon reach
the apex of its bloom.
We danced,
in our minds,
and read a book together.
You remember?
It was a serious book.
And so books
entered our lives.
The sea! The sea!
Always
when I think of the sea
there comes to mind
the Iliad
and Helen's public fault
that bred it.
Were it not for that
there would have been
no poem but the world
if we had remembered,
those crimson petals
spilled among the stones,
would have called it simply
murder.
The sexual orchid that bloomed then
sending so many
disinterested
men to their graves
has left its memory
to a race of fools
or heroes
if silence is a virtue.
The sea alone
with its multiplicity
holds any hope.
The storm
has proven abortive
but we remain
after the thoughts it roused
to
re-cement our lives.
It is the mind
the mind
that must be cured
short of death's
intervention,
and the will becomes again
a garden. The poem
is complex and the place made
in our lives
for the poem.
Silence can be complex too,
but you do not get far
with silence.
Begin again.
It is like Homer's
catalogue of ships:
it fills up the time.
I speak in figures,
well enough, the dresses
you wear are figures also,
we could not meet
otherwise. When I speak
of flowers
it is to recall
that at one time
we were young.
All women are not Helen,
I know that,
but have Helen in their hearts.
My sweet,
you have it also, therefore
I love you
and could not love you otherwise.
Imagine you saw
a field made up of women
all silver-white.
What should you do
but love them?
The storm bursts
or fades! it is not
the end of the world.
Love is something else,
or so I thought it,
a garden which expands,
though I knew you as a woman
and never thought otherwise,
until the whole sea
has been taken up
and all its gardens.
It was the love of love,
the love that swallows up all else,
a grateful love,
a love of nature, of people,
of animals,
a love engendering
gentleness and goodness
that moved me
and that I saw in you.
I should have known,
though I did not,
that the lily-of-the-valley
is a flower makes many ill
who whiff it.
We had our children,
rivals in the general onslaught.
I put them aside
though I cared for them.
as well as any man
could care for his children
according to my lights.
You understand
I had to meet you
after the event
and have still to meet you.
Love
to which you too shall bow
along with me-
a flower
a weakest flower
shall be our trust
and not because
we are too feeble
to do otherwise
but because
at the height of my power
I risked what I had to do,
therefore to prove
that we love each other
while my very bones sweated
that I could not cry to you
in the act.
Of asphodel, that greeny flower,
I come, my sweet,
to sing to you!
My heart rouses
thinking to bring you news
of something
that concerns you
and concerns many men. Look at
what passes for the new.
You will not find it there but in
despised poems.
It is difficult
to get the news from poems
yet men die miserably every day
for lack
of what is found there.
Hear me out
for I too am concerned
and every man
who wants to die at peace in his bed
besides.

4 comentarios:

  1. Por un azar deslumbrante llegué a este magnífico blog...

    Un abrazo.

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  2. Bienvenido, Mentecato!!! Sería bueno qué contaras cómo fueron esos vericuetos que te trajeron hasta acá. Volvé cuando quieras.Y cuántos comentarios que me dejaste.
    Gracias por las visitas.

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  3. Gracias por subir este poema tan tremendamente bello

    el libro con la traducción al español hace tiempo dejaron de venderlo, y pasé mucho tiempo buscándolo en internet hasta que llegué a este

    de verdad, muchas gracias

    el ritmo, las imágenes, las palabras... es para mi uno de los poemas más bellos que he leído.

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  4. Williams se lo dedicó a Flossie, su mujer, Florence Herman, que lo acompañó toda su vida. A ella le habla en el poema. Sí, es hermosísimo, y al mismo tiempo muy melancólico, no? Gracias, Severina por pasar.

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