miércoles, 22 de julio de 2009

Los hilos de la noche...














X

Los hilos de la noche se prenden a la aurora
y en la luz de la aurora me reclino.
De nuevo la mañana
para el que sabe amar y para el otro.
De nuevo el campo, la extensión, lo inmenso,
el olor de los pastos, el crisol de pájaros.
Me envuelvo en el ropaje de la savia
y me siento vivir.
Fuera del mapa de cualquier pituitaria
el olor de los campos:
perfumes inventados.
Hasta el horizonte suave,
perfume hasta el horizonte,
hasta el horizonte verde,
tierra hasta el horizonte.
¡Hasta el horizonte quisiera rodar por esta tierra!

Me entretengo masticando alfalfa.
La misma que mastican los caballos.
Yo sé que a la distancia
se coronan de humo los ranchos.
Yo no veo
pero sé que aquel monte,
el que se ve lejano,
la línea de la pampa
invita con su mano.

La troja imita al sol
en fuego, en luz, en brillo, en colorido
y abandona su línea en el amor.
Se queda con la tierra, amamantada;
se queda con la tierra, apretujada
¡un puñado de chispa en eclosión!

El yeguarizo con la cola al viento
al galope invadía los potreros.
Los vacunos primero.
Mar contra mar rodando, alfalfa masticaban.
Lo verde, siempre nuevo,
daba la vuelta al mundo
brillo de verde, verde espejo.
Si Júpiter cayera,
estruendo de gigante en mis potreros,
de verde lo vestía
y me sobraba género.
Género para los pobres del mundo.

Yo me llevo este verde,
toda la extensión conmigo.
Yo soy un gran ladrón
y nadie nos detiene.

(De: Nuevos Fragmentos de Felipe adentro,
1977)*

Felipe Aldana
(Argentina, Santa Fe, 1922- Rosario, 1970)



*Tomado de: Obra Poética y Otros Textos. Selección, prólogo y notas de Osvaldo Aguirre. Rosario: Editorial Municipal de Rosario, 2001. 274 p. 2a. Edición: 2006. Incluye iconografía y bibliografía sobre el autor.


IMAGEN: Provincia de La Pampa (Argentina).





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