miércoles, 8 de julio de 2009

SOÑÁBAMOS CON CHINA





















Soñábamos con China,
soñábamos con el infinito,
con un país infinito,
con una infinita sabiduría.
Nos asomábamos a los mapas, y, asomados a los mapas, no podíamos
sino inclinarnos reverencialmente ante esa inmensa sabiduría,
ante esa milenaria sensatez. Al fin y al cabo vivimos en el tiempo de la democracia,
al fin y al cabo en nuestro tiempo, en el tiempo que no podemos sino vivir,
la verdad habla por la boca de la mayoría más numerosa;
la mayoría más grande, puesto que somos hijos de nuestro tiempo, no puede sino tener razón.
Esta es nuestra más indesarraigable creencia.
Y ¿qué mayoría más grande que la de China?,
¿qué país más populoso que el de China?,
¿qué pueblo más numeroso que el de China?
Si estuviésemos en China, allí sí que seríamos felices, pensábamos;
si fuésemos chinos, entonces sí que seríamos verdaderamente sabios,
soñábamos inclinados, pero qué digo, arrodillados, más bien, sobre los mapas,
sobre el mapa de ese país ilimitado, de esa ilimitada sabiduría,
sobre el mapa de ese país que, como ningún otro, encarnaba el infinito,
el infinito al que toda mayoría que se precie, incluso toda mayoría del tiempo de la democracia,
no puede sino tender.
Soñábamos con China, puesto que soñábamos con el infinito,
soñábamos con China, para intentar calmar de algún modo nuestra nostalgia del infinito,
pues ningún país como China (lo intuíamos arrodillados sobre los mapas)
parecía encarnar de tan ajustado modo el infinito.
Qué lejos ahora nuestros sueños de entonces [(traspapelado en la biblioteca el viejo libro de Mao),
ahora que no tenemos ninguna China con la que soñar,
ninguna China con la que, aunque sólo sea soñando,
tratar de apaciguar la dolorosa nostalgia del infinito.




Lorenzo Martín del Burgo


Lorenzo Martín del Burgo. Poeta español, Ciudad Real, 1952. Publicó: Raro (1982), Jarvis (1987), Nostalgia del infinito (2000). A este último libro, pertenece el poema publicado.



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