Atravesábamos campos helados
en un carro, al amanecer.
Un ala roja remontó entre Las sombras.
Y, de pronto, una liebre cruzó, veloz, el camino.
Uno de nosotros la señaló con su mano.
Eso pasó hace mucho tiempo.
Hoy ninguno de los dos vive.
Ni la liebre, ni el hombre que hizo el gesto.
Oh, amor mío, dónde están, hacia dónde van.
El relámpago de una mano, trazo
de movimiento, crujir de guijarros.
No lo pregunto afligido, sino intrigado.
Czeslaw Milosz (Polonia; Szetejnic, 1911 - Cracovia, 2004)
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)
esto es POESÍA, más allá de tantas disquisiciones.
ResponderEliminares un CENTRO,algo abstracto, que no muere jamás, como el sonido de Bach, como el número Pi, como el descanso que se siente junto a un río.
gracias
bea
Me alegra que te guste. Gracias a vos bea por pasar y estar siempre.
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