Se disipa el aroma del loto rojo.
La estera, fría, huele a otoño.
Abro mi vestido y, sola, salto en la barca.
¿Quién me envía un mensaje, allá entre las nubes?
Una escuadra de patos salvajes
traza en el cielo signo ilegibles.
La luna inunda la torre del oeste.
Han de caer los pétalos,
ha de correr el agua infatigable.
Dos soledades: un mismo sentimiento
nos une y nos separa.
Quisiera no pensar en todo esto y es inútil:
mi cabeza vacía, mi corazón henchido.
Li Ch´ing-Chao (China, 1084-1151)
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