lunes, 12 de octubre de 2009

DOS INÉDITOS



Del sendero del sabio


De la ventana al baño presumimos

al sabio.
El camino entre la pregunta irreducible
al techo cercano
y el alivio
del retrete.

Pero, ¿y si se ha alzado el espíritu
desde las tejas rotas, mohosas,
para decirle la respuesta?

Alcanzada la facultad de junco que piensa,
obtenida la revelación,
aún el retrete, la gárgola inversa,
esperaría su escatológica recompensa,
y desde el fondo de las aguas turbulentas,
el abismo repetiría: inútil,
tus milagros no llenan la bullente cloaca
que demanda más
de ti, de tu molienda de entrañas
diaria,
insuficiente;
resuena en las tuberías,
y corre entre ratas, se disuelve,
cae en el turbión, se vuelve
innombrable como el océano.
Pues esto es, no su reverso.
Interroga, infeliz, los techos, ah.



In solitaria Patris caligine
*


De pronto me dijo el conductor:
¿La viste? La sombra allá,
la que pasó por el borde de aquel cerro.
¿Cuánto no has visto? Así todos los días.
¿Cuántas veces perdida la oportunidad?
Pues si lo viéramos, si dos lo viéramos,
no dudaría nadie ya. Pero su aparición
en sombra repentina, en imagen que
ante uno solo se presenta, nos reduce
a balbucear, a enloquecer, a deambular
por los canales de noticias; convierte
el satori en relato sensacionalista.

* "En la solitaria oscuridad del Padre". 
Pico Della Mirandola, 
Discurso sobre la dignidad del hombre.



Jorge Aulicino  (Buenos Aires, 1949)




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