martes, 6 de octubre de 2009

Ni muerte ni no muerte




















El rey de los muertos

inmoviliza, te clava
como en la punta de una aguja.

Su decisión
esperas
con pavor, alivio,
y con lo que aún te quede
del trabajoso, permanente impulso
de afirmarte y reconciliarte
en las frustraciones,
engendras tu texto póstumo,
el manto de seda
sin gusanos de seda
que cubrirá tu sepulcro.

En él
has de registrar, tardía,
esperanzada, la sospecha de que el tiempo, la duración
de la cual ni una partícula
conseguiste cristalizar,
expresa el velo de Maya, y la sospecha,
luz, luminosa,
de que detrás del velo espera
lo de fuera del tiempo
lo que nos lleva
hacia la suprema identidad
ni muertos ni no muertos.




Alberto Girri (Argentina, Buenos Aires, 1919-1991)




IMAGEN:  Pintura gótica de Adán Howie.






2 comentarios:

  1. libres del número dos, y de su pena.
    sobrio, elegante, sabio Girri.
    bea

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  2. El final de este poema me recuerda, y seguro que hay un guiño intertextual, los siguientes versos de Borges

    Final de año

    Ni el pormenor simbólico
    de reemplazar un tres por un dos
    ni esa metáfora baldía
    que convoca un lapso que muere y otro que surge
    ni el cumplimiento de un proceso astronómico
    aturden y socavan
    la altiplanicie de esta noche
    y nos obligan a esperar
    las doce irreparables campanadas.
    La causa verdadera
    es la sospecha general y borrosa
    del enigma del Tiempo;
    es el asombro ante el milagro
    de que a despecho de infinitos azares,
    de que a despecho de que somos
    las gotas del río de Heráclito,
    perdure algo en nosotros:
    inmóvil,
    algo que no encontró lo que buscaba.

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