lunes, 9 de noviembre de 2009

CHARLIE PARKER




Charlie Parker se parecía a un Buda.
Charlie Parker que murió hace poco mientras se reía con un juglar de la TV,
luego de semanas de tensión y enfermedad,
fue llamado el músico perfecto
y la expresión en su rostro
era tan serena, hermosa y profunda
como la imagen de Buda
que se ve en Oriente; los ojos entrecerrados,
la expresión que dice: todo está bien.

Eso era lo que decía Charlie Parker cuando tocaba: todo está bien.
Uno tenía la sensación de la mañana temprana
como la dicha de un ermitaño
o como el grito perfecto de alguna pandilla frenética en una "jam session"
¡Wail! ¡Whap!
Charlie reventaba sus pulmones para alcanzar la velocidad
que sus fanáticos deseaban
y su eterno atrasarse era lo que ellos querían.
Un gran músico
y un gran creador de formas
que finalmente encuentran expresión
en más y lo que quieras.

Aunque musicalmente tan importante como Beethoven
no era considerado como tal
un gentil director de orquestas de cuerdas
frente a las cuales él se erguía orgulloso y calmo
como un conductor de música en la histórica gran noche mundial
y hacía sollozar a su pequeño saxófono el alto
con claro y desgarrador lamento
en perfecto tono y brillante armonía
¡Tut!
Los oyentes reaccionaban
sin demostrarlo
y comenzaban a hablar
y pronto todo el tugurio se balancea y habla
y todos hablan;
y Charlie Parker
silbándoles hasta el borde de la eternidad
con su irlandés St. Patrick Patootlestick.
Y como en las nieblas sagradas
pataleamos y chapoteamos
en las aguas de la matanza y la carne blanca;
y morimos
uno tras otro
en el Tiempo.

Y qué tierna historia es
cuando se la oyes contar a Charlie Parker
sea en discos o en sessions
o en reuniones oficiales en clubes
(inyecciones en el brazo para la billetera).
Jubilosamente soplaba la corneta perfecta
de todos modos no importaba nada...
Charlie Parker perdóname.
Perdóname por no responder a tus ojos.
Por no haber hecho una demostración
de lo que eres capaz de inventar.
Charlie Parker ruega por mi.
Ruega por mi y por todos.

En los Nirvanas de tu cerebro
donde te escondes—
indulgente y enorme—
ya no Charlie Parker
sino el impronunciable Nombre secreto
que lleva aparejado
desde aquí hasta el este o el oeste
un premio sin medida.

Charlie Parker:
aleja la perdición de mi
...y de todos.



Jack Kerouac

(Traducción: William Shand
y Alberto Girri)

CHARLIE PARKER

Charlie Parker looked like Buddha.
Charlie Parker who recently died laughing at a juggler on TV
after weeks of strain and sickness
was called the perfect musician
and his expression on his face
was as calm beautiful and profund
as the image of the Buddha
represented in the East — the lidded eyes
the expression that says: all is well.

This was what Charlie Parker said when he played: all is well.
You had the feeling of early-in-the-morning
like a hemit's joy
or like the perfect cry of some wild gang at a jam session
Wail! Whap!
Charlie burst his lungs to reach the speed of what the speedsters wanted
and what they wanted was his eternal slowdown.
A great musician
and a great creador of forms
that ultimately find expression
in mores and what-have-you.

Musically as important as Beethoven
yet not regarded as such at all
a genteel conductor of string orchestras
in front of wich he stood proud and calm
like a leader of music in the great historie Worldnight
and wailed his little saxophone
the alto
with piercing, clear lament
in perfect tune and shining harmony
Toot!
As listeners reacted
without showing it
and began talking
and soon the whole joint is docking and talking
and everybody talking —
and Charlie Parker
whistling them on to the brink of eternity
with his Irish St. Patrick Patootlestick.
And like the holy mists
we blop and we plop
in the waters of slaughter and white meat —
and die
one after one
in Time.
And how sweet a story it is

when you hear Charlie Parker tell it
either on records or at sessions
or at official bits in clubs
(shots in the arm for the wallet).
Gleefully he whistled the perfect horn
anyhow made no difference...
Charlie Parker forgive me.
Forgive me for not answering your eyes.
For not having made an indication
of that which you can devise.
Charlie Parker pray for me.
Pray for me and everybody.

In the Nirvanas of your brain
where you hide —
indulgent and huge —
no longer Charlie Parker
but the secret unsayable Name
that carries with it
merit not-to-be-measured
from here to up down east or west.
Charlie Parker
lay the bane off me
...and everybody.


Jack Kerouac (Lowell, 1922 - San Petersburgo, Florida, 1969) Novelista y poeta estadounidense, creador del término beat para denominar una generación literaria surgida en su país en la década de 1950: su obra narrativa, sobre todo la emblemática novela En el camino, encarnó las experiencias y deseos de libertad de esa generación, representada también por A. Ginsberg y W. Burroughs, entre otros. Empezó a escribir a los diecisiete años y entre sus primeras influencias sobresalieron E. Hemingway, W. Saroyan, T. Wolfe y J. London, hasta el descubrimiento de H. Miller, al que consideró su auténtico maestro. En 1940 se matriculó en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Pero pronto abandonó los estudios para ingresar en el ejército, aunque sólo consiguió hacerlo en la marina mercante. En Nueva York conoció a Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Neal Cassidy, futuros integrantes de la corriente beatnik. Escribió su primera novela, El campo y la ciudad (1950), acerca de su experiencia y las dificultades para sobrevivir en la metrópoli. Luego deambuló con Neal Cassady por Estados Unidos, llegando hasta México, y escribió sobre las peripecias de ese viaje, incorporando a Cassidy como figura central del texto: en sólo tres semanas concluyó su libro más famoso, En el camino (1957), que inauguró una nueva manera literaria, en torno a la experiencia de la carretera, con el acompañamiento de la droga, el sexo, el jazz y la bebida. Como estilo narrativo, creó asimismo el concepto de "prosa espontánea", una manera de escribir casi en éxtasis, huyendo de las formalidades prosódicas para reflejar la realidad tal y como se manifiesta, con un mínimo empleo de la puntuación y dando preponderancia a la oralidad y los sonidos de las palabras. Desde estos presupuestos teóricos escribió en apenas diez días su novela El ángel subterráneo (1958), cumbre de la narrativa lírica de su generación. Además de fundar un movimiento literario, la prosa de Kerouac inspiró como ninguna otra a los jóvenes americanos de la época, para quienes la carretera se convirtió en sinónimo de libertad y aventura. Poco después empezó a interesarse por el budismo y viajó con el poeta Gary Snyder a Yosemite, California, en busca de la unidad con la naturaleza; de esta experiencia saldría otro de sus libros más conocidos, Los vagabundos del Dharma (1958), donde describe las etapas del acceso a una nueva espiritualidad. Escribió luego una mezcla de relato y ensayo sobre México, Tristessa (1960), en el que este país aparece como un lugar simbólico, y los personajes entre los que se encuentra el propio autor encarnan principios como la salvación, el amor y la inmortalidad. Al mismo tiempo, en México escribió su mejor libro de poesía, Mexico City Blues (1959), 242 poemas-fragmentos que unió improvisando libremente las frases y dejando que el lenguaje se manifestara por su cuenta. Cada vez más descontento consigo mismo y con el personaje público que sentía no lo representaba, intentó en el decenio de los sesenta nuevas experiencias literarias que fueron otros tantos fracasos en relación a su obra anterior: Satori en París (1966), un frustrado viaje iniciático a los orígenes de su familia bretona; Ángeles de desolación (1967), verdadera elegía a los irrecuperables tiempos de la carretera, y La vanidad de Duluoz (1968), inconexo intento de autobiografía, entonado a manera de réquiem. Famoso a su pesar y emblema de las generaciones que siguieron a la suya, los excesos alcohólicos precipitaron su fin poco después de adoptar una decisión que se le antojaba salvadora: irse a vivir con su madre en la modesta casa que ella conservaba en Northport, Long Island.


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