Cuanta materia de realidad futura -me dije- habrá en los ojos de esta niña
que no pude ver bien, parada en la arena del desierto
o parada en el fondo naranja de la pantalla de CNN en español
al borde de la carretera que sube desde Az Zubayr a Basora,
o que baja a los infiernos de Bagdad, que ahora es un infierno,
y hago aquí unos puntos suspensivos porque una vez hubo jardines en Bagdad
y esta niña parada entre mujeres vestidas de negro tiene la edad de aquellos jardines
y ve pasar tropas camino de Bagdad como si viera por primera vez otro mundo,
ya que es el otro mundo el que ahora está pasando frente a ella
parada en el resplandor dorado de las arenas de este día de la primavera boreal,
mientras voy al mapa del diario de hoy : 23 de Marzo de 2003 para fijar exactamente,
con precisión poética y felina el sitio exacto en que la ampara la sombra de mi dedo
que ya sabe que una vez en Bagdad hubo jardines verdes y dorados
y leones de mosaico, celestes y dorados, protectores de templos o de tumbas
y es imposible vivir en un desierto ignorando que los leones verdaderos
son celestes y dorados y esta niña en el camino de Az Zubayr a Basora,
guarda en su pupila el ojo de la aguja y ve pasar camellos solamente
como quien hiciera de su mirada la otra puerta de la historia.
Los leones son celestes y dorados porque cuando eran celestes y dorados
en el mundo real había leones de azafrán y de canela
y una niña real no puede vivir en un mundo de leones reales
ni con la imagen de ejércitos pasando eternamente por su mirada,
porque los leones reales nunca fueron de azafrán o de canela
sino celestes y dorados y una niña tiene la mirada de una niña
y una niña parada en el desierto es una niña parada en el desierto
cuya mirada quiero que se conserve en este poema
puesto que si esa mirada hubiese desaparecido antes de este poema
nunca hubiese habido leones celestes y dorados
y tampoco hubiese visto nunca esta niña de oro parada en el desierto.
Cuanta materia de realidad -futura como toda realidad-
está mirando esta niña -me dije- porque de esos ojos cegados
por la luminosidad enemiga que cargan estos carros de guerra,
saldrán canciones, novelas o biografías que harán del mundo este mundo
y que me gustaría leer otro domingo de mañana y en la paz de mi provincia,
-y que sin embargo ignoraré para siempre por una cuestión de edad-
pero sabiendo contra todo pronóstico o gnoseologia
que los leones son celestes y dorados porque son celestes y dorados
y no hay poder real que pueda derrotar la ultra realidad que pasa
de tal modo en los ojos de esta niña parada en el desierto,
entre mujeres de negro de la cabeza a los pies paradas en el desierto,
porque la poesía ha sido siempre una niña parada en el desierto
y una niña parada en el desierto es suficiente testigo de su mirada.
(Inédito)
Miguel Ángel Federik (Villaguay, Entre Ríos, Argentina, 1951)
IMAGEN: Fotografía del cineasta Abbas Kiarostami.
"no hay poder real que pueda derrotar LA ULTRA REALIDAD" de la poesía.
ResponderEliminarDe eso se trata, del poder creador de la palabra.
Decir "leones celestes y dorados" y que existan para siempre.
Gracias Marcelo por la calidad y la belleza de estas entradas,
cariños
bea
Gracias Beatrice!!! Por estar, siempre. Un beso.
ResponderEliminarme fascinó este texto ¿me dejás robartelo para compartir en face?
ResponderEliminarHola Marisa (o Maritza?) No hay problema, difundilo nomás, siempre que cites la fuente, el autor no creo que se oponga. Gracias por pasar.
ResponderEliminargracias x permitirme compartirlo. Por supuesto que voy a citar la fuente...si no lo hago nos morimos de sed. Abrazos
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