martes, 17 de noviembre de 2009

No decía palabras...























No decía palabras,

Acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe.
Un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos.
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

(De Los placeres prohibidos, 1931)


Luis Cernuda



Luis Cernuda (Sevilla, 1904 - Ciudad de México, 1963) Poeta español, una de las figuras fundamentales de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que destila su poesía se halla siempre dentro de unos límites de serena contención, a la manera de G. A. Bécquer, pero con características matizadas por una aguda actitud de la mente, rasgo esencial de la generación a la que perteneció. Estudió derecho en su ciudad natal bajo la dirección de Pedro Salinas, de quien fue discípulo y quien orientó, asimismo, sus primeros pasos de poeta. De su inicial inclinación a la soledad y al nihilismo evolucionó hacia una actitud de íntima y acogedora espiritualidad. En diferentes momentos de su vida dio clases de español en la universidad de Toulouse, en Inglaterra y en Estados Unidos. Sus primeras obras marcan un itinerario que desembocó en una estrecha afinidad con los poetas surrealistas. Esta etapa, que dio comienzo con Perfil del aire (1927) y Égloga, elegía, oda (1928) logra su mayor expresión y madurez en Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931), libros en los que ya se muestra, en todo su esplendor, un Cernuda enamorado y rebelde, orgulloso de su diferencia. En sus volúmenes siguientes arraigó con originalidad y dominio la tradición romántica europea: Donde habite el olvido (1934), Invocaciones (1935). Los títulos que aparecieron a partir de este momento, más los ya publicados, fueron engrosando su obra poética completa bajo el sugestivo rótulo de La realidad y el deseo (1936); en 1964 se publicó póstumamente la edición número cuarenta. Cernuda, que tras la contienda civil española conoció el exilio del que jamás volvió, emprendió, bajo la influencia directa de la poesía anglosajona, un período en el que su obra poética se hace autobiografía y reflexión. Residente en Gran Bretaña, Estados Unidos y, por último, México, publicó sucesivamente, entre otros libros, Las nubes (1940), Como quien espera el alba (1947), Vivir sin estar viviendo (1949), Con las horas contadas (1956) y Desolación de la Quimera (1962). Pero además de poeta, Cernuda fue también un excelente prosista. Toda su obra recopilada tras su muerte por los estudiosos Derek Harris y Luis Maristany, se puede encontrar en el volumen Prosa completa (1975), en el que, entre otros títulos, aparecen Variaciones sobre tema mexicano (1952), Ocnos (1942) y Estudios sobre poesía española contemporánea (1953).




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