domingo, 13 de diciembre de 2009

No puede haber viento más fuerte...
























No puede haber viento más fuerte que este.

Afuera las hojas revueltas, adentro

la certeza: todo esto va a terminarse.


Nos vamos, en algún momento vamos a irnos. Y por ahora
sólo dejamos gran parte de nuestra cabellera oscura

en una peluquería moderna. No queríamos.



No sabemos si correr o quedarnos,

no sabemos si mentías.


No sabemos si mentíamos.

Ese gato me acompaña indiscriminadamente, le agradecemos tanto pero

él nos agradece su conversión doméstica,

techo y comida a cambio de ser una pequeña sombra blanca de mi cuerpo

que también es blanco y pequeño.


Pensamos en las peores enfermedades,

y lloramos,

nos miramos el cuerpo meticulosamente

nos examinamos con rigor sin ciencia

ya estamos seguras

vamos a morirnos.


Si llegamos a viejas vamos a estar agradecidas.

Si mañana sale el sol vamos a estar agradecidas.

Si mañana la casa queda sin catástrofe vamos a estar agradecidas.

El cuerpo pesa menos se lo atribuimos a la enfermedad que nos atribuimos.

Más miedo tenemos, más amamos la vida.


A lo lejos unas figuras humanas,

no distingo a nadie, no hay nombres

ni fechas de nacimiento,

¿serán mis hermanos?


De muy cerca las caras se deforman,

se vuelven accesibles.

Tu cara está, cuando me levanto está, cuando me acuesto está,

cuando duermo está. Tu cara de lejos,
mi cuerpo de lejos me resulta

irreconocible, las imágenes que me diste

me distrajeron, se nos veía realmente felices.

De cerca soy yo, de lejos parezco mi madre.


No podemos saber si esto va a durar, no podemos saber hasta qué día,

en qué hora exacta vamos a despedirnos.

El día que caigamos definitivamente va a ser uno,

no sabemos cuál. Ojalá haya sol

y que estemos todos grandes.


No puede haber sol más fuerte que éste,

mi piel se enrojece, mi corazón ya estaba.

Ahora parecemos todos grandes, madre

y usted no se parece a la de las fotos,

nosotros todavía nos adivinamos en esa gente de vida corta.


La verdad de los corazones es improbable.

No sé si a la noche, cuando estoy sola

en la cama, tengo taquicardia, no sé si es eso

o es el eco de mi vida retumbando en el silencio.


No hay suelo más seguro que este.

Cuerpo a tierra.

Al ras del mundo, todos los pies son demasiado lo mismo.


Entraste a la pieza y me dijiste “estás acostada”

quise decirte que estaba aplastada pero no me pareció prudente. Fingí dormir.

Te fuiste caminando muy lento, sin hacer ningún ruido, como

negando la propia vida.

Te lo quise agradecer pero tenía que seguir dormida, si no ibas a pensar que habías fallado.

De tarde dormir es otra cosa.



(Del libro: Karateka, Inédito)*


Clara Muschietti


Clara Muschietti. Poeta argentina. Fotógrafa y actriz . Realizó seminarios de poesía en la Casa de la Poesía con Irene Gruss y Andi Nachón. Fue seleccionada para integrar la Clínica de poesía del Rojas coordinada por Fabián Casas. En 2006 ganó la convocatoria I-Rojo, sello que le publicó su primer libro de poemas La campeona de nado. Forma parte de la antología Poetas argentinas 1960-1980, ediciones del dock. Durante 2007 organizó junto a Mercedes Halfon el ciclo de poesía “Es a propósito”. Antologó junto a Carolina Sborovsky “Lo humanamente posible” poesía Argentina contemporánea (El fin de la noche, 2008). (*)A fines del 2009, la editorial "El fin de la noche" publicará Karateka.


VER su blog Una tarea imposible donde además de poemas, exhibe sus fotografías.



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