viernes, 19 de febrero de 2010

Versión simple del mundo...

(Decimocuarta poesía vertical, 1994)


96

Versión simple del mundo:
el lugar que encontramos.

Versión más ajustada:
el lugar que dejamos.

Versión perfeccionada:
el lugar para buscar otro mundo.

Versión casi definitiva:
el lugar de una ausencia.

Y otra más todavía:
el lugar que nos prueba
que ser no es un lugar.

Y la última versión:
el mundo es el lugar para aprender
que ser no necesita lugar.





POESÍA VERTICAL (1958)

15

El amor empieza cuando se rompen los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o alta,
se agacha hasta la sangre.
El amor empieza cuando Dios termina
y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier parte.
El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.
Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.


SEXTA POESÍA VERTICAL (1975)

27

El silencio que queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza
[cuando cae.
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector.


12

Cuando se apaga la última lámpara
no sólo se apaga algo mayor que la luz:
también se enciende la sombra.
Debería haber sin embargo lámparas
que sirvieran exclusivamente
para encender la sombra.
¿No hay acaso miradas para no ver,
vidas nada más que para morir
y amores sólo para el olvido?
Hay por lo menos ciertas tinieblas predilectas
que merecen su propia lámpara de oscuridad




Roberto Juarroz (Argentina, Dorrego, 1925- Buenos Aires, 1995)








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