lunes, 3 de mayo de 2010

LLUVIA TORRENCIAL

















La noticia sobre nosotras se esparce como una tormenta.
De una punta a otra de nuestro pueblo.
Nos quedamos tras las cortinas
entreabiertas como capuchas; vigilamos las miradas de la otra.

Hablamos de cambiarnos al oeste,
esta zona siempre ha sido una caja de zapatos
atada con cordel; pero bueno
tu padre todavía vive en esa casa
donde recalentábamos espagueti a la boloñesa
al mediodía y bailábamos con Louis Armstrong,
su gramófono fuerte como los latidos de nuestros dos corazones
al ritmo de bum didi bum didi bum.

¿Lo sabías entonces? Yo comencé a salir con Davy;
cuando me encontraba contigo sólo decía Hola.
Metí su sonrisa de foto del metro en mi cartera
y la sacaba para enseñarla a mis amigas en el descanso.

Poco después supe que te casaste con Trevor Campbell.
Todas las noches me metía al comedor escolar
totalmente desnuda, hasta que me despertaba el Miss, Miss, Miss
minuto a minuto. Luego me topé contigo en la Cruz.

No has cambiado, dijiste; esa tranquilidad.
Ni tú tampoco; tu risa aún atraviesa la calle.
Te ubico en el pasado, radiante, hasta que
—por qué no vienes a casa, a Trevor le encantaría.

Él no estaba. No sé cómo ocurrió.
No nos molestamos con un sarta de te acuerdas.
Pasé mis dedos por las cuentas en tu cabello.
Tu pelo es bonito dije tontamente, bonito, te va bien.

Nos sentamos y nos miramos hasta que nuestros ojos se llenaron
como un vaso de vino. Lo hice, aquello que
soñé un millón de veces. Te desvestí
despacio, cada prenda de vestir caía
con un suspiro. Acaricié tu piel sedosa
hasta que estábamos de vuelta en los Campamentos, bajando
las colinas corriendo bajo una lluvia torrencial,
gritando y riéndonos; totalmente empapadas.



Jackie Kay (Escocia,  Edimburgo,  1961)

(Traducción: Carlos López Beltrán
y Pedro Serrano)
POUNDING RAIN

News of us spreads like a storm.
The top of our town to the bottom.
We stand behind curtains
parted like hoods; watch each other's eyes.

We talk of moving to the west end,
this bit has always been a shoe box
tied with string; but then again
your father still lives in that house
where we warmed up spaghetti bolognese
in lunch hours and danced to Louis Armstrong,
his gramophone loud as our two heart beats
going boom diddy boom diddy boom.

Did you know then? I started dating Davy;
when I bumped into you I'd just say Hi.
I tucked his photo booth smile into my satchel
brought him out for my pals in the intervals.

A while later I heard you married Trevor Campbell.
Each night I walked into the school dinner hall
stark naked, till I woke to Miss, Miss, Miss
every minute. Then, I bumped into you at the Cross.

You haven't changed you said; that reassurance.
Nor you; your laugh still crosses the street.
I trace you back, beaming, till —
Why don't you come round, Trevor would love it.

He wasn't in. I don't know how it happened.
We didn't bother with a string of do you remembers.
I ran my fingers through the beads in your hair.
Your hair's nice I said stupidly, nice, suits you.

We sat and stared till our eyes filled
like a glass of wine. I did it, the thing
I'd dreamt a million times. I undressed you
slowly, each item of clothing fell
with a sigh. I stroked your silk skin
until we were back in the Campsies, running
down the hills in the pounding rain,
screaming and laughing; soaked right through.





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