domingo, 23 de diciembre de 2012

Somos como la vieja torre

























Somos como la vieja torre cuando 
saltan de sus ventanas golondrinas; 
somos como la vieja torre cuando 
cantan en sus campanas voces finas.

Somos como la cama de un enfermo 
cuando alzándose en ella se ve el prado; 
somos como la cama de un enfermo 
que está viendo una estrella de acostado.

Pues nuestro corazón con ilusiones 
como la torre es, que tiene sones, 
que tiene golondrinas, pero es vieja.

Pues nuestro corazón siempre en desvelo, 
es cual lecho que puede ver el cielo, 
pero que lleva a uno que se queja.





Enrique Banchs




Enrique Banchs (Buenos Aires, 1888-1968) Poeta argentino. Considerado uno de los más destacados representantes de la lírica pura, aun cuando cronológicamente se vincule al modernismo, si bien él se definió como un poeta tradicionalista, tributario de la herencia romántica. Banchs, que vivió siempre en su ciudad natal, integró el grupo de la primera época de la revista Nosotros y dirigió la publicación pedagógica El Monitor de la Educación Común. Su poesía se nutre de dos orígenes diferenciados: su propia experiencia vital y la reminiscencia de sus lecturas. Dio a conocer a principios del siglo XX cuatro libros de poemas, escritos entre los 19 y 23 años, en los que reflexiona sobre el papel del poeta y la poesía: Las barcas (1907), El libro de los elogios (1908), El cascabel del halcón (1909) y La urna (1911). El más celebrado es el último, donde abordó el tema del amor imposible desde una perspectiva esencialista. Se lo llegó a comparar con Petrarca por la depurada forma de sus sonetos y la exaltación del amor. En su estructura métrica favorita, el soneto, Banchs recogió las propuestas de los clásicos italianos y españoles y de los simbolistas franceses, sin descuidar la recuperación de formas y temas de la literatura provenzal y de la poesía medieval española. Sus sonetos más recordados son "Tornasolando el flanco", "Entra la aurora en el jardín", "Hospitalario y fiel en su reflejo". Mientras la fama del poeta se acrecentaba con los años, él no sólo se resistía a reeditar sus obras sino que guardaba un silencio interrumpido apenas por la publicación de algunos textos en verso y en prosa. En ésta, de muy cuidado estilo, dominio verbal y fina ironía, se trasunta su desencanto del mundo. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, cuyo Premio de Honor obtuvo, al igual que el Severo Vaccardo. Actuó en la Academia Argentina de Letras, institución que en 1973 editó su Obra poética.





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