domingo, 4 de agosto de 2013

El pronóstico de oscuridad




Convulsión, pliegue

Un toro embiste contra un manojo de sábanas, y atraviesa una vivienda destruyendo todo a su paso, incluso a él mismo. Qué pobreza existe en toda reversión de un mito, aunque esta actualización de la bestia cretense es menor por donde se la analice. Esto no causa gracia ni dolor; sí tal vez cierta misericordia, por la manifiesta escasez de imaginación en un escritor enfrentado a sus limitaciones, que son copiosas.

Si tuviera cualquier imitador la gracia de Jonathan Swift, habría entendido que la risa no tiene mediación sin la tragedia. Ah, esa carcajada, como la prolongación eficaz de cualquier mirada oblicua sobre el mundo.

Pero en ciertas novelas no hay mundo, apenas suceso sin historia.

A nadie puede darle un atracón de risa por causas invisibles





El pronóstico de oscuridad

“La tarea del arte es transformar, lenta, penosamente, el Uno en el Otro” (Ch. S.). En el arte de descomponer números está el germen de la multiplicación. Se elabora pues desde el desmontaje, que es la matriz de todo taller de creatividad.
Separar, para después unir.

Una taza se desquicia por el impacto en el piso: jamás volverá a ser la misma. Lo sabe el niño que la desplazó mediante juegos, sin medir consecuencias. Los mendrugos de cualquier objeto se vuelven anteriores al objeto, no su sujeto repartido.
Un objeto es un todo naturalizado por el sujeto, que impregna por inercia el destino del objeto.

La tarea de transformar siempre es perentoria, y la pregunta siempre revé la manera de poblar la materia perdurable.

No estamos en posición de multiplicar el infinito; eso es tarea de un mundo tan subterráneo que no quiere ser mundo, sino una porción del invierno general, añorando cualquier luz como invención del pasado.

Hay partes sin todo. Árbol sin bosque.
Que la humanidad sea un conjunto de individuos no consigue con ello llamarse totalidad.

Decía Simic: “Mi ángel de la guarda tiene miedo a la oscuridad”; si creés en esos sujetos tenés motivos suficientes para poner en funcionamiento tu pesadilla. Pero nadie incauta para sí las manos en el fuego.

¿Hay algo más oscuro que los símbolos anecoicos de Saussure, bailando para la orgánica de muestra?

Un pronóstico de oscuridad: nueva advertencia.
El mundo es un solo de auxilio.




Mario Arteca (Argentina, La Plata, 1960)




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