sábado, 28 de septiembre de 2013

ANCHOAS



No.
Anchoas en el río no hay
me dijiste
serio, seco, descreído de mí y de mi aguada palabra.
Y me cebaste un mate, amargo, lavado, y me dijiste Imposible, niña, gurisa, la anchoa es un pez de mar, no de río, de mar, como la caballa.
Y yo, que no sé de hábitats marítimos pensé qué lindo montar una caballa y salir a cabalgar entre las olas, qué lindo, cómo ir a cuestas de una raya bordeando las orillas...
Y me dejé llevar por tu sapiencia y te cambié de tema.
Entonces nos inundaron los colores y la luna nos dejó en silencio a los dos y te dejaste acariciar y me dejé tocarte. Y te dejé entrar en mí. Vos y tu conocimiento de la fauna, tu breve pasión por lo salvaje. Vos, entrando en mí con delicada furia mientras el bote se ladeaba de un lado al otro, de un lado al otro, de un lado al otro, y la luna, cubriendo la noche con su aliento blanco y el río, tibio caminante debajo de nosotros, de nuestro amor desnudo, de nuestro húmedo amor.
Algo sentíamos. Algo que iba más allá de la noche, más allá del lugar, del sexo ligero y cálido como el verano, como la ropa del verano, algo que andaba en el agua, que se movía además o también en el vaivén de nuestro abrazo.

Anchoas pensé. Anchoas te dije.



POEMA DE ESTACIÓN

Quizás,
en un año o dos,
te cases.
Y alquiles una casa
en Carupá,
cerquita de la estación.
Y salgas con un
vestido de flores al
patio
y con una palangana roja,
a tender las sábanas
al sol.
Y el sol,
quizás te atraviese en tu
patio en Carupá y
entibiezca tu panza
de niño adentro y tu
sonrisa gris.
Quizás sea así.
Un momento breve,
de tu vida futura,
quizás sea así.
Tu marido no te sorprenderá
con flores y
alguna vez te será infiel.
Y no se reirá como
quisieras.
Pero serás feliz.
Inexplicablemente,
serás feliz.



MUJERPAÍS

Esa mujer
que se sube al 59 esta mañana
es el país de Panamá.
Y cuando sube
sube también
todo el país de Panamá.
Una mujer linda
con perfume a país
con mirada de mar
con azaleas entre las uñas.
Esa mujer
lleva consigo todo un país
todo el perfume de un país
lejano (y hermoso)
hasta Cabildo
y Lacroze.



SÁBADO

Nada más lindo
que el olor de la leche tibia
girando en la olla y afuera
el frío.
Nada más lindo
que el sonido de la cuchara de madera
golpeando el aluminio
haciendo girar
la leche blanca
haciendo girar
el mundo
entibiando
el mundo
una mañana  de sábado
porteño
y vos.



DOMINGO

Una mañana de domingo
de invierno al sol.
Descalza.
En una reposera verde
con un perro gigante que
me acerca su cabeza para acariciar.
Una mañana helada
pero llena de sol
debajo del timbó
con el mate humeando,
el diario del domingo abierto
en mi falda,
el olor a lavanda,
el murmullo del río cerca.
Una mañana
de sol
de invierno
con un colibrí detrás mío,
una abeja,
el pasto verde alrededor.
Una canción de Compay
que viene de la cocina en donde
el almuerzo está
comenzando a existir.
Un pájaro que mira
escondido entre las ramas
de los eucaliptos.
Un bicho bolita
acurrucado en la galería.
Un sorbo de agua caliente y,
entre la yerba,
mojada,
la felicidad.


Cecilia Rossi


Cecilia Rossi nació en Concordia, Entre Ríos, en 1983, en donde reside, luego de vivir varios años en Buenos Aires. Es profesora en Letras, egresada del IES N*1 "Alicia Moreau de Justo" (CABA). Trabaja como docente de nivel secundario. No tiene libros plantados ni árboles publicados, aunque sí tiene un hijo, Antú. Actualmente asiste al taller de lectoescritura de Marcelo Leites. 




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