miércoles, 20 de agosto de 2014

AMOR A LOS HUESOS




















Para que sepas, por si no lo sabes
si te entierran
antes que a mí, iré yo misma, pero

una vez que los darkies regresen a casa, 
antes de que salgan los insomnes 
a fumar entre las lápidas

y antes de que los corredores matinales 
o las otras mujeres aparezcan. 
Te alcanzaré con mi pala

de jardín y diversos utensilios de cocina, 
y siendo de contextura robusta, abriré 
tu cajón haciendo palanca —como

siempre lo hice, querido —rescatando un poco 
de algo, como una mano —tu izquierda, 
la que tiene el anillo y el temblor,

que debería soltarse con bastante dulzura a la altura 
del pliegue de la articulación de la muñeca. Llevaré 
su peso seco en mi regazo como si dormitaras

al lado de la radio. La calentaré a lo largo
de 3a línea de la vida hasta el ámbar oculto
de las uñas de los dedos.  La apoyaré sobre su dorso

y acariciaré su palma. Apretaré las yemas 
sobre mis párpados que arden y 
ungiré su guante de piel hasta que brille

como madera vieja. Lo envolveré
en el perfumado pañuelo para milagros
de mi madre. Cuando tu anillo caiga limpio

y brille otra vez, enhebraré
los veintisiete tiernos huesos para que tintineen
sobre la piel debajo de mi blusa. Después,

si no sé nada de vos, abriré
las ventanas, dejaré que entre la lluvia. Viajaré, tal vez.
Aprenderé otro idioma. Seguiré adelante.



Tiffany Atkinson (Berlín, 1972; vive en Gales, Reino Unido, desde 1993)

(Traducción: Silvia Camerotto)


LOVE OF THE THE BONES

Just so you know, if you don't, 
should you be signed into the ground 
ahead of me, I'll come alone, but

once the Goth kids have gone home, 
before the insomniacs come out 
to smoke among the headstones

and before the morning joggers 
or the other women come in state. 
I'll reach you with my rabbiting

spade and sundry kitchen tools, 
and being of robust build, prise 
your casing open — as didn't I

always, love — salvage a little 
something, like a hand — your left, 
the one with the ring and the tremor,

which should disengage quite sweetly
at the distal wrist crease. I'll take
its dry weight in my lap as if you dozed

beside the radio. I'll warm it through
the life-line to the private ambers
of the fingernails. I'll lay it on its back

and stroke its palm. I'll press the finger-
pads against my smarting eyelids and 
anoint its glove of skin until it gleams

right through like old wood. I'll wrap it 
in my mother's scented handkerchief, 
for miracles. When your ring falls clean

off and grows bright again, I'll thread 
all twenty-seven tender bones to jiggle 
at the skin beneath my blouse. After

that, if I don't hear from you, I'll open 
windows, let the rain in. Travel, maybe. 
Learn a different language. Move on.







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