mi abuela cuidaba enfermos
cuenta
que si un hombre está por morir
deja caer la mano hasta el suelo
intenta clavar las uñas
y hasta el último segundo
hurga allí desesperado
después
cielo y tierra se funden a su palma
no se improvisa en vano dice
en ese borde
LAS MUJERES NO EXISTEN
no existe la tarde
no existe la sombra
la vereda del árbol que regás
no hay árbol
no es para vos que escribo
no es para mí
no hay fruto no hay pecado
por eso nos arrancamos los ojos de cuajo
o las muelas
o las amígdalas
o la teta izquierda
o las dos
lo mismo da si al final
dos o tres palabras alcanzaron
para colgarnos de narices
dos o tres palabras que pasaron
inadvertidas
más arriba
todo se funde
se hace noche misterio
la belleza una fotografía
de Astro Soichí
la casa que compré me dijeron
fue la casa de los sordos
donde la madre murió enferma en una pieza
cuando ella se marchó todos se fueron
dejando la casa intacta
me recibió la ropa de la muerta en el ropero
sus fotos enmarcadas en la pared
las cremas de belleza vencidas en el botiquín del baño
voy a vaciar esta casa
voy a abrir los cajones hurgar detrás
la casa de los sordos
será mi casa
las piedras de Gretel siempre dieron
con un bolsillo agujereado
supe que habías muerto
cuando empezó a llover
y el médico llegó para decirnos
que te habías ido
esa lluvia que empezaba
sólo para mí
el primer vestigio de orfandad
la ausencia de palabras
ningún paraje más ninguno
para tu oído
sólo llover
en la cabina del auto
en absoluto silencio
y habría un antes y un después
para ese todavía
CONSTRUCCIÓN
oí decir que el problema está en el cielo o en la fragilidad
de unas palabras lisas y chatas como platos superpuestos
perduro ahí donde reposa el camalote su flor que mira al sol
y flota blanca aferrada a la carne
POETAS EN EL FIN DEL MUNDO
vuelan tejas vidrios jaulas procesiones de zapatos viejos
que colgaban de los cables bocas que besaron bocas por besar
todo vuela y nadie logra vaticinar lo que trae el viento lo
que es del viento se va se vuela alguien lo lleva fósforos
tragados por la noche de un suspiro como húmedas
constelaciones por el mar
FLORES Y VELAS
I
Rosita la écuyere entrena
todo el día
toda la noche
a sus partenaircs exige
fidelidad de séquito
y a Frank Brown
que la conserve joven
cada función
en la mira
pisa firme
sabe que
siempre será la vedette
en esa pista
II
canto bailo recito
hago collages con las fotos de mis ex
(de fondo suena
te voy a atornillar)
amiga de los pobres y los desposeídos
más buena que Quaker
cuando muera me llevarán
flores y velas al costado de la ruta
trabajo en eso cada día con devoción
soy la Gilda del Oeste
Viviana Abnur
Viviana Abnur (Ciudadela, Buenos Aires, 1964). En poesía publicó: Agosto (Alción,2007); Delta (Macedonia, 2009), con fotografías de Anna Lee; y Flores y velas, Trópico Sur, Uruguay, 2014.
ResponderEliminarDesconocía a esta poeta. Buenísimos!
Gracias.
Susana Tosso.