Son esbeltas
y rara vez se casan, viven
sus largas vidas
en amplios salones, puertas francesas
que dan a parques geométricos
donde crecen profusas
flores aromáticas.
Tocan el piano
al atardecer,
sus cabezas inclinadas
en un ángulo lleno de gracia
como si estuvieran escuchando
notas entonadas más allá
del oído humano.
La edad las hace translúcidas;
cada palpitación de sus corazones,
visible en la sien o el cuello.
Cuando se mueren, les ocurre mientras duermen;
sus espíritus se sacuden suavemente para liberarse
de una anfitriona demasiado refinada
como para protestar.
Judith Ortiz Cofer
(Traducción: Fabian O.Iriarte y Lisa R. Bradford)
Women Who Love Angels
They are thin
and rarely marry, living out
their long lives
in spacious rooms, French doors
giving view to formal gardens
where aromatic flowers
grow in profusion.
They play their pianos
in the late afternoon
tilting their heads
at a gracious angle
as if listening
to notes pitched above
the human range.
Age makes them translucent;
each palpitation of their hearts
visible at temple or neck.
When they die, it's in their sleep,
their spirits shaking gently loose
from a hostess too well bred
to protest.
Judith Ortiz Cofer (Hormigueros, Puerto Rico, 1952). Hija de un marino que a menudo mudaba a su familia desde la isla a Estados Unidos, Ortiz Cofer se estableció en Nueva Jersey en 1955, donde creció hasta que su familia se mudó nuevamente a Augusta, Georgia, en 1968. Obtuvo su Maestría en Artes en Florida Atlantic University. Actualmente es profesora de inglés y escritura creativa en la Universidad de Georgia en Athens. Luego de publicar cuatro plaquetas de poesía: Latin Women Pray (1980), Among the Ancestors (1981), The Native Dancer (1981) y Peregrina (1986), Ortiz Cofer escribió una novela, The line of the Sun (1989), y varios libros de poesía y ficción: Terms of Survivat (1987), Reading for the Mainland (1987), The Latin Delí: Prose and Poetry (1993) y The Year of Our Revolution: New and Selected Stories and Poems (1998), entre otros.Los universos de la religión y la labor campestre son tema frecuente en su obra, como fuentes de aprendizaje y como exploración y transgresión de los límites impuestos por las convenciones.
Maravilloso poema. Supongo que corresponde felicitar a los traductores (a la poeta no creo haberla leído antes). Gran saludo para Fabián Iriarte, a quien he conocido personalmente cuando vino a leer su poesía en mi segmento dentro del Café Literario "Último Infierno".
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