jueves, 18 de junio de 2015

EL MONSTRUO



















I

Emerge
de la habitación vacía
parido sobre la mesa
oscura
sin nombre
ni palabra
apenas una voz
anhelante
que deforma lo que toca.


II

Lustra sus zapatos tres veces al día. En su ropa no existen las arrugas. Imposible percibir imperfecciones. Camina inmaculado. Imperturbable... él no es así. Volvamos. No buscaría llamar la atención. Él habita la normalidad. Nadie podría reprocharle salirse de lo común y en eso es incorruptible. Reconoce cualquier síntoma de rareza y lo corrige con velocidad y exactitud. Amputa de su personalidad cualquier estorbo que empañe su apariencia cristalina y franca. El monstruo sabe como nadie serlo.


III

Su esposa afirma que es un hombre intachable. Cariñoso. Preocupado. Y fiel. Su trabajo es arduo. Concienzudo. Y minucioso. Desentraña los misterios deseos y fluctuaciones de su sencilla mujer. Ella encantada, por supuesto. Logra mostrarse reina. Y madre. Frente a otras esposas sometidas al hábito de sentirse menospreciadas por sus maridos desatentos.
Sus hijas. Dos hijas dije. No son propias. Adoptadas, tal vez. El monstruo es único en su especie. Sui generis. No hay herederos en la monstruosidad. A pesar de su familia. Él es solo. No es huérfano. ¿Quién habló de padres? Es solo. Sin hembra para el Arca. Acá no. Acá no hay Noé ni Arca.


IV

Mi nombre no tiene sentido entre ustedes que se nombran como objetos.


V

Papel y lápiz
frente al pequeño diablo
que sigue mudo.


VI

¿Estás ahí?
Déjame oírte.
Dame una palabra
para que la guarde
hasta que no me pertenezca.
Habla ahora
antes que el tiempo
nos separe
eternidad
de por medio.


VII

Estoy tan lleno de demonios 
que a veces, al despertar, 
me creo un santo y le pido a Dios que me bendiga 
por tantas puñaladas repartidas 
a quien no lo merece.


VIII

El hombre. Es el que abre la puerta. Y no sabe que el tiempo no para. No pasa. De negro. Va de negro. Siempre de negro. Nunca sale sin traje y sin corbata. Siempre camina. Y es la misma vereda. O casi siempre. Un monstruo. Ese tipo es un monstruo. Con su valija en la mano derecha. Camina. Siempre camina. Es el mismo camino el que siempre recorre. A la vista de todos. Y cuando pasa. Saluda. Ese tipo saluda. En casa. Su mujer y dos hijas. Lo esperan en su casa propia. Él va al trabajo. Y es muy buen empleado. Sus compañeros se lo reconocen. Compra tortitas. Cada mañana. Comparte. Siempre comparte. Buen tipo. Todos lo saben. Nadie podría decir lo contrario. Trabaja. Cómo trabaja. Y nadie. Ninguno. Le sigue el ritmo. El jefe. Que siempre dice. "Diez como ese necesitaría". Eso quisiera. Pero el jefe no sabe. No sabe. Que ese tipo es un monstruo. Todos compraron. Siempre todos compramos.

                                  -Buen tipo.
                                  -Tipazo.


IX

Persigue un fin más allá de sí mismo y de sus días sobre el polvo -como él mismo dice. Sabe contener la respiración bajo el agua. Se considera normal. Se justifica ante su normalidad, sabe que justamente esto lo hace único. Él se empecina en querer ser único. Y es en ese querer ser que se aleja. Y pasa. Desapercibida ante los demás su peculiar y enigmática normalidad.


X

Es un maldito hedonista 
un psicópata elegante 
un enfermo insólito.

Nada es tan sencillo
el hombre no es un nombre
que se acerque como un perro
a una persona para lamer
las heridas de su paso por la calle.

No todo entra en los cajones 
de tu cómoda-cabeza.


XI

El deber lo había hecho temblar
y evitar el frente
de a poco había aprendido a huir
a reducir su presencia
a echarse atrás
con relativa soltura había sobrevivido
y todo le salía más o menos bien.

*

Nadie puede 
saberlo todo 
de otra persona. 
No lo tome 
a mal 
no es algo 
normal y corriente
se trata de un abuso 
absoluto. 
Sé de usted 
casi todo. 
Repito: 
Nadie puede 
             todo.

Este mundo se encuentra en nuestras vísceras 
por eso las despliego al aire como serpentinas, 
de allí nacen las cosas.
No es casualidad que conserve las mías limpias 
antes de servirle tu vientre al viento.

*

Escribir es algo
extraño
o
anormal
Es absurdo decir
varias fuerzas distintas
que desgarran los hilos
de la voz que se
corta
Retratar
el fracaso perfecto
el arañazo antes del
hundimiento.

*

No eliminé a aquel
que mató a mi hija. 
Es un hombre débil 
que sigue con vida.
Es un cadáver
que carece de valor para
marcharse.
Camina libre
y así le infrinjo dolor
constante y despiadado.
Él no sabe quién soy
ni que lo conozco
como a un hijo.
Sé dónde pisará
Y dónde ha de caerse
de allí mi mano lo levanta
y lo pone a andar
sobre la rueda.



Facundo López




Facundo López nació en Las Heras, Mendoza, en 1977. Es profesor de Lengua y Literatura (UNCuyo). Sus poemas aparecieron en distintas revistas y antologías. En el 2009 ganó la Beca del Taller de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, dirigido por Alicia Genovese, a partir del cual formo parte del colectivo Literario La Moledora de Carne. Ha publicado tres libros de poesía: en 2006, Mariposa sobre las cenizas (Libros de Piedra Infinita); en 2012, El monstruo (Libros de Piedra Infinita) y en 2013 Resonancias (En boca cerrada). El perro verde, se llama su último libro de poemas (inédito).




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