miércoles, 14 de octubre de 2015

CADA VEZ QUE COBIJA EL FUEGO





MADAME SOFÍA

Señorona que cabalga los encuentros
con el fuego que revelan las manos
y las múltiples partidas de los nudos
Son suyos los laberintos
los colores que se ofrecen y los besos
Atravesados la esperan cansados
en los desnudos huérfanos
 en los insultos
 que perpetúan los renombres
los demonios de una copa de vino
y el desamparo de la piel rasgada
Se divierte nuestra Madame Sofía
con las danzas de oídos apresurados:
la vida es un hilo de muros
donde todos se aferran o se lamentan
el alma yace en el hígado
donde los buenos comensales
arañan los espejismos del horno.



ABRAZO

Ellos se abrazan en un surco de líneas entrecruzadas,
con su mochila de perdigones acarician el pecho de heridas.
Se lapidan, lamen y desvanecen como si la noche sanara
la ceniza que habita en el desdoblamiento de las rosas.

A la vuelta se les ocurre mutar en un desencuentro,
vacilantes observan los edificios que trituran sus cabezas,
huelen el cuello de olores de sábanas, el espejo y la raja,
se escuchan atropellados lejanos con síntomas en los dedos.

Nuevamente las espigas del aliento existen bajo ellos,
la lluvia de los ojos -intrusa de las mejillas- es piel de calle.
Se laceran los forros, acarician de sí la vida del recuerdo,
los sueños ya no los visten, orugas del alba,
las desapariciones de llagas parten en las venas.



POEMA BREVE I

Los delirios en las grutas son martirios de los poetas:
Amantes de los besos de enjambre
y música que corre en los pasillos de los brazos



TRANSEÚNTES ELECTOS

Amanecen extraños
como si su piel
fuera una cortina de barcos

De noche todo se exhibe
en un santiamén de oráculos
por una corrida de caminantes exóticos

Reinician redundancias
en insulsos correos
y un asco premonitorio

Concupiscencia en texto
que oprime pechos
y espaldas magulladas

Se amanece con un grabado,
un rostro perfecto de luces
sonrisas, sudor,
noticias fascistas,
rabia de un país incierto

El cansancio que escarban
permanece inmóvil
en una lamentación de huesos,
hospitales de inyecciones
contundentes y abrazados

Se les amerita
como siempre y sin disculpa
abono,
tierra,
cal de huesos

Se duchan
con cuchilla de estiércol
y una pomada para los callos



ESTREMECIDO

El planisferio del cuerpo reposa en el cuello,
aves se comen las líneas psicodélicas.
Pálidos a buena hora,
índices impregnados
por el sur de pinzas en las uñas.

Se estanca la noche de cortinas y sombras,
se desatiende la piel que espera exhausta
se aproxima el golpe con su sol de látigos:
Las Delicias del amanecer prófugo y oblicuo.



LETAL

Descárgame de risas absurdas
dulces besos y textos mordaces.
Ven y hurta
las mordeduras del aliento
Cuando puedas grítame los demonios
que con afanes abrazamos.

Ven y tira las ropas de segunda mano,
agóbiame para verte
ayúdame como enferma terminal
a este buen morir que quiere contar tu piel.

Haz del mundo
el resto del vacío
el poro de brasas
el desperdicio que nos cubre
todo eso a lo que recurrentemente llegamos.



RELOJ

Esta noche es parca tu mirada
máscaras de sangre difuminan tu rostro
las rayas de carbón aumentan la polvareda
(de los anhelos ruidosos que sobrecargan las plumas).

El tiempo alarma de los besos
no disfraza amantes
no cuenta murciélagos
ni limpia la piel de sus monstruos

Interpreto lo que piensan:
En el abismo de la vida
los gritos de la muerte
son rojas pirámides y me observan,
cada paso es su veneno en mis poros
decide hacerme ofrendas
me presenta amigos
y a la hora del machetazo
sonríe nuevamente
a la procesión que cubre.



SIMA

Como una botella apretándose el cuello
cierro los ojos en culpas y confesiones

Cabeza que llora y grita entre dormida
renegando tormentas
Se ha hecho amante de mis pensamientos
deletreando como mansa roca

Censura los gritos
 adivina los malandrines
 agarra la maleta llevada del mar,
mar que todo lo revuelca…

¿Cómo puede encapricharse en la garganta de los peces?
¿Cómo puede violar de ella su color en un aliento?
Te veo salida de las aguas
fresca
sin mayores contratiempos que los cangrejos de la palabra. 





Sofía Rodríguez García (Bucaramanga, Colombia, 1976)









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