sábado, 24 de octubre de 2015

HOY VI UN CUADRO




Hoy vi un cuadro en una panadería de acá a la vuelta
parecía hecho por una mujer que estaba en su casa y
alguna vez tomó un curso de pintura o quizás
era enfermera y pintaba como hobby.
Era una imagen de un patio colonial
el piso en damero
varias macetas con arbustos
y un aljibe.
La pintura era extremadamente torpe
pero me conmovió porque me reconocí en ella
sentí que mis poemas -este por ejemplo-
eran su el equivalente.
El hecho de que estuviera en una panadería
también me hizo pensar 
que mis poemas eran como galletitas
de canela mal horneadas,
unas galletitas que una mujer
que no sabe nada de cocina
decide hacer un domingo por la tarde
cuando no tiene que ir a trabajar.



NO QUIERO HABLAR CON HUMANOS

No quiero hablar con humanos
quizás la poesía sea la salvación
o quizás simplemente
quiero mantener ordenada la casa
colgar la ropa
lavar las tazas de café
regar las plantas,
sin hablar con humanos.
La poesía es hablar con un gas,
aunque la hayan escrito 
humanos,
aunque la escribió Elizabeth Bishop
cuando hablaba con un volcán.
(En una revista de arte
Vicky Colmegna dice que le gustaría
hablar con los animales.)
A veces como madre me siento como un animal
quiero proteger a mi hijo
aunque nunca sé bien cómo hacerlo
nunca comprendí el instinto maternal
más allá del embelesamiento
con una criatura pura
que crece y a la que se le estiran las piernas.
Cuando hacemos el amor,
a veces,
cuando estamos bien, cuando no peleamos
siento que soy parte de una fuerza sin nombre
que me arrastra
y que me hace entender la belleza de las flores.
No sé si entender es la palabra
supongo que el amor es algo de la gracia
supongo que los animales también deben
sentir esa gracia cuando se aparean.
Pero no sé.
Ahora, voy a pasar otra tarde
pensando en que la poesía es un gas
o una piedra
otra tarde pensando que me gustaría
dormir sobre una piedra
grande y lisa, 
otra tarde en la que me gustaría sonreír
cuando siento que la poesía es un gas
que envuelve el mundo
y yo sólo estoy en mi casa
triste,
colgando la ropa
y lavando las tazas del café.






Cecilia Pavón (Argentina, Mendoza, 1973 -Vive en Buenos Aires)







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