sábado, 2 de enero de 2016

EN EL NOMBRE DEL PADRE



Hoy no me enfrento a la causa porque no existe
estás presente en la constante inexistencia
mi desaparecido eterno
te tengo atravesado en lo más profundo de mi intimidad
apareciendo donde no se debe
en mis actos cotidianos
obligándome a mirar en el espejo
esa mujer madura que no soy

El castigo más alborozado
recordarte en la inquina y en la dulzura
en la mentecatería, en lo absurdo
en la barbaridad y en lo banal
en lo avieso y en lo honrado
en lo descabellado del abandono

en el nombre del padre
del hijo
El día que no te tenga por no poder
voy a morir atragantada por no haber podido
enfrentar la trampa del causal desencuentro
por haber podado todo
hasta eso que no fue
y si no fue
no será
nunca

donde dice amor
dice amo

siempre quise hincarle el diente a nuestra historia
lamer la sangre y escupir donde yace
al igual que este cuerpo
que es tuyo
y es nuestro

yo también temo que mi propia vergüenza me sobreviva
yo también ardo en las llamas de la propia culpa
el infierno de haber parido esta atadura
esta comunión que siempre odiamos
esta inexistencia que roza lo absoluto
el acuerdo tácito de no tenernos
por el mero goce de lo incorregible
de lo innegociable
de lo concreto y lo putrefacto

hay heridas que no cierran
hay remedios que no llegan temprano

hay silencios que llegan a tiempo
hay palabras que llegan intempestivas

y entre el silencio y las palabras 

hay miserias
hay
Derrumbe.



VARIACIONES

Un aborto de lo divino.
Técnicas de sabotaje. 
Variaciones de estilo.
La belleza devora el alma, como el miedo.

Y ¿es acaso el miedo otra cosa diferente que la 
angustia misma, esa amenaza tácita y continua de 
pérdida de lo bello que acecha?


Hay que sobrevivir 
a la magnificencia, 
a la gallardía.
A lo sublime.

En rigor a todo aquello que no es perpetuo.
Porque lo bello es triste
cuando no es genuino
cuando no asoma
la estría
la guerra
la grieta.





NADA FUE VESPERTINO

Nada fue vespertino en nuestra infancia
Pero aquí, ves,
con este tiempo que es fuego
que cura y limpia,
perpetuo es mi amor.

Me guardo en este corazón atropellado
la comunión que no tuvimos
la eterna infancia que siempre soñamos
Me guardo en el pecho la ceguera del gigante
y con ella un dolor como si lo fuera a parir.



NOS HAN PARIDO CON DOLOR

Nos han parido con dolor.
Hemos parido con dolor:
ataduras, comuniones que siempre odiamos
acuerdos tácitos de desamor.

Hemos parido desencuentros
Hemos firmado pactos
con la ausencia y el abandono

Nos hemos muerto de pena.

Hemos construido un muro
con nuestro lenguaje empedrado.

Hemos visto la luz.



Constanza Carrazco






Constanza Carrazco nació en Buenos Aires a fines de los ochenta. Es correctora y redactora. Se formó como profesora de idiomas en el Joaquin V Gonzalez y estudio con Hebe Uhart a quien destaca entre sus maestros. Constanza publica poesía en su blog:





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