ESCUELITA DE LA HIGUERA
Padrecito
miranos
no tenemos manera
de trepar a los árboles
de arrancar
leche dulce a la higuera
los palotes
apalean la carne
no nos salen las cuentas
sin los dedos
no podemos
atajar la pelota ni las penas
sostener el manubrio las palabras
hasta el puente
de Martín Pescador
se nos cae de la infancia
borramos la desdicha
con los codos
¿Cómo hacemos la ronda?
Cómo haremos
con tus manos ahogadas en el río de tinta derramada
Tus muñones golpean gravemente los sueños
Ay Padrecito al menos
no dejes de mirarnos
no nos dejes
EN EL ASOMBRO
No era aún la estación de la sangre
Nosotros
no debimos saberlo
en el asombro del recreo
pero ellas tomadas de la mano
dibujaban
dolorosos rubíes por sus piernas
un camino de joyas
desprendido
del fruto lastimado
No debimos saberlo en el recreo
Todavía no es la estación de la sangre
y ya estamos perdidas en un bosque
Mamá cómo decirte
que este animal que nos descorazona
es el mismo que enreda
tu corazón a un yugo
cada noche
y que en nosotras un día y otro
día y otro día
horada un desfiladero que nos duele
para ocultar su filo
Aunque no sea la estación de la sangre
él la hace restallar
en las paredes de los muslos
Mamá cómo decirte
tu amor nos amordaza
La trampa está en sus besos
que bajan de la frente
desde el ombligo bajan
y enhebran una hilera
de cristalitos rojos
ahogados en veneno
detrás de su saliva
Mamá un padre
cazador
nos acorrala
y somos
animalitos ciegos
sangrando en el recreo
Las palabras obscenas
las que nunca mi lengua
las negadas
en la infancia y en misa
las peores
las lascivas las húmedas
las que azotan
las de fiera
las que son
como sal en la herida
Las palabras
que tu furia me dicta
que mi candor las diga
de espaldas a tu aliento
LO FUGAZ
Durante años
me he tomado el trabajo
de urdir la piel de clorofila delicada
Madrugadas y siestas
de ser paciente y amigable
de desflorar el sol para su boca
Han sido siglos
extendiendo a su arbitrio
mis dedos de agua azucarada
Sin embargo
en nada se comparan
a este instante brevísimo
en que el ojo minado del poema
estalla
a María Negroni
LA QUE NO PAREZCO
Dame una edad
porque me pierdo
que sea angosta y sola
para mi pie
que toda vez que tiembla
reconoce el camino
y se desvía
Dame una edad
a cambio
de las monedas breves
bajo el labio
que al mínimo trasluz
se parte y huye
o se concede
Dame una edad
como mi amante
intemporal y áspera
en un cuerpo
que repare el infierno
que te ofrezca la carne
y el insomnio
Dame una edad
que me destruya
que se aloje sin freno
entre los huesos
que derrote a las otras
que arremeta
Una edad
sin medida
del daño
Nenita
acostada
al borde de la luz
Debajo de la puerta
-lo único cerrado-
pasaba todo el mundo
Que alguien me libre
del gesto disciplinado del bonsai
que se acurruca
para no herir el aura
que rodea su frente
Que alguien me libre
del rigor de ser hija de los dioses
sacrificada
por hacerse a la idea
del dedo que la asfixia
Que alguien me libre
de buscar redención en el silencio
Que mis manos
desconozcan el orden
que me obliga
Que alguien me libre
de agachar la cabeza para ser coronada
Yo tengo la avaricia del lenguaje
CARTAS. SINFÍN
Querido cerca mío en mi borde:
Desde la ciudad y los poemas detrás de los postigos despeñada de mayo y de ciruelas te escribo sin un pálido fuego más que el viento que me come las uñas para darme tu música y esa risa más franca que la ballena austral austera de palabras enjoyada de abismos donde escribo que no puedo olvidarte aunque otros puedan resignar la memoria pero yo alimentada de la leche que vuelca la hermanita de la osa mayor me susurro tu nombre cuando escribo en las rocas que este mar es un nido más tierno que todas las nenitas más feroz que el gemido de un amante que abandona las sábanas para elegir el rito de los hombres perdidos por sus propias melodías nocturnas entre tantas lecturas de una línea de la vida sin vos y sin sosiego pero escribo obstinada adolescente con mi mano que espero que me beses cuando el tiempo se ofrezca rendido a mis tormentos y yo siga escribiendo entre los pliegues de mi boca hasta que pase el latido de la tuya y me cante y la nombre y me beba
Inés Manzano
Inés Manzano. Nació y residió en Buenos Aires, lamentamos su fallecimiento en la víspera. Fue poeta / maestra / bibliotecaria. Organizó los Ciclos de Poesía INTERIORES -poetas del país-, cuyo objetivo era difundir en la Ciudad de Buenos Aires, las diversas poéticas que se dan en el país, e INTERIORES -poetas de Latinoamérica-, donde invitaba a poetas del resto de Latinoamérica, que se encontraban de paso por la ciudad. Fue miembro de “Poesía en la Escuela” y de la “Red Federal de Poesía”. Integró el grupo que organiza el Festival Internacional de Poesía en el Centro (Centro Cultural de la Cooperación). Coordinó, junto a Lidia Rocha, el taller literario gratuito “El tren de la palabra”, de lectura y escritura de poesía. Publicó el libro de poemas Si es puñal que me mate. Rosario, Papeles de Boulevard, 2011, de donde fueron seleccionados los poemas que publicamos.
ResponderEliminarMaravilloso, Marcelo. Qué tristeza su muerte. Gracias.
Susana.
Sí, muy triste, Susana. Gracias por pasar. Un abrazo.
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