Cuando vi por primera vez la nieve cubriendo el aire
con sus delicadas pisadas, dije que nunca
iba a vivir donde no nevara, y cuando
el primer hombre arremetió para entrar en mí,
y desgarró el pasadizo,
y vino al pequeño cuarto, y apartó
la cortina a un lado para que yo entrara, supe que nunca
podría vivir alejado de ellos
otra vez, la extraña raza con sus macizos
cascos ensangrentados. Hoy estábamos en nuestro
pequeño cuarto, dorado con
el reflejo de la nieve, y mientras los copos trepaban
delicadamente desde el cielo,
entraste en mí, apartaste
la cortina, revelando el pequeño cuarto
dorado con el reflejo de la nieve,
donde estábamos acostados, y donde entraste en mí y
apartaste la cortina, revelando
el pequeño cuarto, dorado con
el reflejo de la nieve, donde estábamos acostados.
Sharon Olds (San Francisco, California, E.E.U.U., 1942)
(Traducción: Inés Garland)
When I first saw snow cover the air
with its delicate hoofprints, I said I would never
live where it did not snow, and when
the first man tore his way into me,
and tore up the passageway,
and came to the small room, and pulled the
curtain aside that I might enter, I knew I could
never live apart from them
again, the strange race with their massive
bloodied hooves. Today we lay in our
small bedroom, dark gold with
reflected snow, and while the flakes climbed
delicately down the sky, you
came into me, pressing aside
the curtain, revealing the small room,
dark gold with reflected snow,
where we lay, and where you entered me and
pressed the curtain aside, revealing
the small room, dark gold with
reflected snow, where we lay.
Infinita y gozosa poesía. Gracias
ResponderEliminarA vos por pasar, Elena. Gracias.
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