UN BESO CON SABOR A COCAÍNA
Un beso con sabor a cocaína
te pedí,
y me lo diste...
Un beso largo
como la cerveza negra,
lúpulo amargo de la noche,
te pedí
y con tus garras pintadas
como al óleo
me lo diste,
en rojo de cadmio y falso
(pero me lo diste)
y te ibas,
bajo una luna de hueso
desde hace meses
y en realidad
me importaba
una soberana mierda...
¡Que me empujaras
al centro del volcán
del magma de tu sexo
en cenizas oscuras!
te pedí,
y sí,
lo hiciste.
Y aquí estás,
para mí,
sin aire en los pulmones
y sin luna llena
en la boca inmoral...
Y sin tiempo
estás, estás,
en el retrato,
despidiéndote.
Despidiéndome...
*****
¡BIZARRA, BIZARRA DIVINE!
Divine está casi desnuda
de entre su entreteta
asoma el espíritu
de un póster de Warhol
usa enormes corpiños blancos
y come para Waters que la filma
sin cortes sin trucos
caca fresca de un caniche amariconado.
Divine lee a un Ginsberg
de sexo tan indescifrable
como el de ella/ello
ella
que succiona el pene bizarro
de su hijo de 23 años
en una casa rodante
y sólo porque el joven está triste
y sólo porque el joven lloraba.
Divine
es un exabrupto obeso
una puteada viviente
un grito agudo
que vive desde niño/niña
en los límites
y las criaturas abandonadas
del American Way of Life
se embriagan
se drogan
se cogen
se raptan en sótanos mugrosos
posan
con ella/ello
para siempre
por sobre todas las cosas posan
para el ojo histérico de la cámara.
Divine
pasa por los 60
y deja que su inmensa figura
descontrolada
transponga las pantallas de los cines
y de pintados exagerados ojos negros
se sienta en las butacas
sobre las faldas de los teenagers
y les masturba el alma equivocada.
Divine
La gorda Divine
plena en rollos de grasa
rompe a hachazos
convertibles rosas
y
como el espíritu de un cadillac
va de pueblo en pueblo
de bar en bar
de hotel en hotel
por las supercarreteras
y vive gratis para siempre.
Divine está
en este fotograma
casi desnuda
hecha toda una chancha.
Y cuando muera
(si la dejan)
va a ir al cielo
para ver
si algún ángel rubio se la garcha.
Héctor Urruspuru (Buenos Aires, Argentina, 1956)
¡Oh!, me parece escuchar a Héctor como tantas veces en su "Maldita Ginebra" pero también en espacios públicos de lo más formales, recitando.
ResponderEliminarRolando
Gracias por pasar y comentar, Rolando. Un abrazo.
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