POESÍA
Mis amigos, los que en otro tiempo venían,
se apasionaban por ese tema.
En la ciudad de traficantes eran
sus corazones el mayor tesoro.
Mis amigos de pronto dejaron de venir.
Los vi de lejos detrás de los cristales
de enormes edificios alfombrados.
Les hice señas desde el viento.
Les hice señas desde el sol,
desde la luna y los planetas,
señas de espadachín, de siux, de mono.
Les hice señas pero no miraron.
LA QUE ESTÁ SOLA
La que está sola cree que está sola.
Mira su soledad, la extiende, la da vuelta
para ver al trasluz si está gastada,
si ya no es tiempo que se rompa.
La que está sola mira y mira en el espejo
y ve su rostro tan desamparado, su
necesidad tremenda de ser otra,
su no querer ya nada nunca más
y su quererlo todo para siempre.
La que está sola cree que está sola.
No ve todos los brazos que la abrazan.
No ve todos los sueños que la sueñan.
PARÉNTESIS
No es el rayo del dios
sino la ligereza
-infinito y herrumbre-
de un clavo que se dobla
lo que puede matar
al que lleva un martillo
durante mucho tiempo
en su mano crispada.
COMPROBACIÓN
El cielo se refleja
en mi taza de té.
Cualquier milagro puede ser
si existe una ventana.
Raúl Gustavo Aguirre (Argentina, Buenos Aires, Olivos, 1927-1983)
Imagen: Fotografía de Caro Turletti: Huellas -Frigorífico -2014.
ResponderEliminarPreciosos poemas para empezar el día y mirar, con ingenuidad, a través de una ventana. Gracias!!!
Susana Tosso.
Gracias Susana, por estar, por comentar.
ResponderEliminarGracias por tanta poesía como esta, Marce.
ResponderEliminarCeci
Gracias por tanta poesía como esta, Marce.
ResponderEliminarGracias por tanta poesía como esta, Marce.
ResponderEliminarMe alegro que te guste, Ceci. Gracias por comentar.
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