¿Qué tenían en mente los muchachos
lamidos por la siesta?
¿qué
filtraban con risas y a la sombra
de sus voces agudas, qué veían
al decir "cara" y "dios"?
¿Los muchachos tenían al oír
"verle la cara",
sumergidos en vapor de verano, al oír "dios" tenían
algo en mente?
¿hacían -supongamos-
de aire a lo que hubiera corriendo en sus cabezas
estampitas con cuerpos
de mujer, desmelenadas potras
colgando de una cruz, bikinis
en fucsia o amarillo anudadas en cálices
dorados, togas púrpuras, pezones,
ojos alzados húmedos al cielo y guiños,
heridas junto a vulvas?
Es decir
¿entreveraban la frase los muchachos, diluían
la frase así desnuda
con lo que ellos oían en la frase?
Y en otro tiempo, luego, cuando hacían
-cosa probable, con rituales
y movimiento, estilo, tics, tan semejantes-
adentro de mujeres los muchachos
su danza de muchachos, al hacerlo
¿veían una cara?
¿de dios veían algo? ¿era de dios
el rostro que miraban?
¿temerosos de dios oscurecían
los ojos, la memoria? ¿otros temores
entreveraban los hilos de sus mentes?
Y alguna vez
en ese entonces o en cualquiera
¿pensarían
errando en una siesta por sus mentes,
los muchachos de entonces, mirarían
su andar confuso entre las frases?
¿Cerrarían los ojos como presas,
ahogados se sabrían tan presa de la voz?
O ajenos como las parturientas o los gatos, fuera
de cualquier derredor
¿se dormirían los muchachos? ¿se hundirían
en sueños sin palabras?
DANCING
¡Cómo agradecen mis ojos, mascarita,
las nadas de tu vida,
los no rasgos, no voz, no esperanzadas
tristezas
ni rastros de emociones
los no gritos
si tuvieras dolor,
los no silencios
los no hay más que estar aquí,
mirando
tu cadáver móvil y turgente
tu cuero sin palabras!
Jorge Dorio (Barracas, Buenos Aires, Argentina, 1958)
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