lunes, 14 de agosto de 2017

VISIÓN DE LAS CIUDADES
































LA CANCIÓN DEL PRÓJIMO



Una parcela de pasto en forma
de rectángulo, entendida a lo largo
de la costa, delimitada por cordones,
y en ella filas como antiguos
y palmeras dispersas, cada una
con tres o cuatro pelos;

y después otra parcela prolija,
circular o en forma de cuadrado
y después otra, todas separadas
por grandes explanadas de baldosas,
y así trapecios y triángulos que forman
como camas o minúsculos
jardines para mirar el río:


ahí


los domingos llegan de todas partes
parejitas y familias numerosas
y se tiran y despliegan manteles,
reposeras y canastos, y de un
momento a otro, el parque es un tendal.


* * * * * *

Hay guirnaldas colgando de los árboles
y globos y banderas de colores

y senderos y cercos y casillas
de las que salen como cucúes
chicas jóvenes de provincia
mostrando fotos.

Es verano o primavera
o hace un poco de calor
y el sol brilla en lo alto sobre todos:

una nena se entretiene
corriendo en redondo a otra nena,
mientras unos turistas extranjeros,
con las cabezas gachas, inclinadas,
las caras ocultas en los cúmulos
de sombra que forman sus sombreros,
comparan lo que ven con una guía,
moviendo la cabeza como pájaros,
y luego alzan la vista
rosados y molestos por el sol.

Se funden en un único bullicio
los cantos de las aves con los ruidos
de motores, risas y moladoras...

...bocinas, silbatos y cantitos
de los vendedores ambulantes...

y sobre ese fondo
se recorta una voz amplificada
que les dice a los que miran:

...lo que ven a su derecha es el rio...

y cuando todos los que van
en la especie de carroza conseguida
al sacarle el techo a un micro,
giran la cabeza, lo que ven,
en efecto, encajado en un canal
como un perro amaestrado,
es el río.


******

Uno que acelera con la moto  
a todo lo que da por la avenida
que bordea el parque y hace un tajo
en el continuo del murmullo
ambiente que enseguida se sutura.


*******

La costa se va llenando de gente
y ahí el Prójimo recibe luz de sol.
Una luz que se derrama uniforme
sobre calles, plazoletas y playones
y destella en los techos de los autos.

Ahí recibe luz de sol el Prójimo,
y la luz se cuela en todas partes
y le da en la cara, en las piernas,
en los brazos y también en el espacio
que le quedó al descubierto entre
el pantalón bajo y la remera subida.

Tomó el tren hace un rato
y llegó caminando, con toda su familia,
abriéndose y mezclándose entre otras,
las mujeres, los hijos en racimos,
y después de dar unas vueltas
se instaló en un claro como otros,
dejándose caer.

La luz, una luz indudable, la misma
que se imprime en las montañas, la llanura
y en lugares con nombres conocidos,
lo ilumina y a todo lo demás...
...y el Prójimo recibe la luz y ésta
se derrama iluminando el pasto,
las pulseras, los tatuajes, los pelos
de las mujeres: rubios, marrones, teñidos
que se mueven como copas de árboles...

...y la luz da sobre los gorros blancos
de los heladeros y sobre el cromo
reluciente de los autos que, mientras
pasan y pasan las filas de a pie,
se deslizan como una animación...

Alguien aplaude. Hay carcajadas.
Vocecitas agudas de chicos.

De vez en cuando, cuando
sopla una ráfaga de viento,
sube el tufo de las aguas que están
cumpliendo el rol de aguas ahí
y por ellas navegan orondos
los conquistadores, como en un desfile
bajo la vista de las multitudes,
en barcas blancas de apliques cromados...

El mediodía se estira y se funde
con la tarde, los chicos se dispersan,
y junto a su mujer que se abanica,
el Prójimo se duerme...

las chicas van y vienen a su alrededor:
llenas de la fuerza de la especie,
chillan, se empujan y se gritan
blandiendo aparatitos en sus manos
y subrayándose el rouge que de a ratos
se les borra o deslee;
posan, se sacan fotos a sí mismas,
o entre ellas y debajo de algún árbol
o paseándose en guardia por la costa,
las miran de reojo los policías jóvenes

Y así se va toda la tarde.


******

Y pasan los barcos y pasan los remeros
clavando sus remos de madera,
el remate de las palas pintado
en franjas como el plumaje de un ave
entrando y saliendo a la luz
con rítmica armonía en una danza
y el agua se sacude suavemente.


* * * * *

Contra el cielo celeste,
en lo alto, una barca de mentira
que imita burdamente la madera
pendula gigante y según el viento
llega o no el rumor del griterío
de hordas de niños enloquecidos
que entran en pánico a un ritmo fijo
y todos a la vez como frente
a la pantalla del cine
viendo una de terror.


* * * * *

Vetas doradas y fucsia detrás
de ramas y tejados superpuestos.
Atardece sobre el tanque de agua
que parece un plato volador.


******

Pasa un auto haciendo zumbar cumbia
y una avioneta hace un ruido nasal
que decrece. Y luego se vuelven
a destapar las risas y grititos
de los chicos que seguían indiferentes,
haciendo su música como olas.


******

Es la hora del retorno, abajo:

oscura, el agua lame
paredes de cemento
a medias derrumbadas,
y acuna botellas de plástico,
etiquetas y gomas percudidas.

Los árboles
juntan basura a sus pies
como un chico que come a la mesa,

y de pronto, todos caminan en sentido
contrario por la que hace unas horas entraron.

Un poco más y colas de familias
que forman cada una una cola,
llenarán los colectivos. Los autos
se atascan y rebalsan por las calles
laterales: sus luces, rojas y amarillas,
en filas parecen las balizas que destellan
al llegar a un lugar donde pasó
o está pasando algo.


******

Y después, cuando va a caer la noche,
hongos de restos químicos y orgánicos
desbordan esos tachos verdes nuevos
que dos días atrás colocó una cuadrilla.





Gerardo Jorge





Gerardo Jorge es escritor, editor, traductor y artista plástico. Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1980. Primero se licenció en Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA). También hizo una residencia de investigación en el Instituto Iberoamericano de Berlín – IAI.  Por su primer libro de poemas “Visión de las ciudades” (Mansalva), recibió la Lira de Plata y la Mención Municipalidad de Cuenca del Festival de la Lira de Cuenca (Ecuador). Fue co-director de la revista y editorial El niño Stanton, con Victoria Coccaro, desde 2006, y ambos dirigen el sello editorial del mismo nombre. Ha publicado el relato El hipérbaton (en la editorial experimental Spiral Jetty, 2011) y textos críticos y poéticos en revistas, así como textos de catálogo para muestras de arte. En 2014 inició un proyecto editorial autogestivo donde publica obras ligadas a la tradición del libro de artista y a la vanguardia poética latinoamericana. Además de las letras, Gerardo Jorge se formó en pintura y dibujo en talleres particulares con Alfredo Prior, Déborah Pruden y Nahuel Vecino. Y llevó adelante estudios de música e instrumentos, de modo inconstante, en forma particular y en el CEAMC. Como artista plástico expuso pinturas en CC Recoleta en 2009, Anagnórisis y curó exposiciones en espacios independientes y en el Museo Castagnino de la ciudad de Rosario.





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