lunes, 9 de octubre de 2017

TABLA RASA


























Los hombres y las mujeres de este pueblo
andan descalzos, pisan desnudo.
Ni el sol ni la lluvia ni la sombra
los hace felices o tristes; ellos
pisan desnudo, sin codicia.

Los hombres y mujeres de este pueblo
afilan piedras, engendran, festejan
con vino, tienen sueños nocturnos, mueren.
En silencio miran y pisan la tierra desnuda,
la aprietan, amontonan huesos, los tapan.

La gente de este pueblo es pobre y no
piensa más allá, no habla al futuro:
sólo apisona, ni feliz ni triste, y
con huesos, piedras, sueños, cubre
y descubre lo que un día ha de nombrar:

memorias, involuntarios recuerdos, épicos
asuntos.



EN LA NOCHE

Alzo un vaso
tomo un vaso espeso de vino
tomo y alzo
                     un pasto
                     liquido
                     púrpura
un borravino contra el labio
que va
          del vaso que alzo
                         y tomo
al labio
           la garganta
y llega
rugoso o hecho de ceniza
hasta ese recuerdo
                             que fue gesto
                             o caricia
en algún impreciso o basto anochecer



ECOS Y SONIDOS

Como una trama que se teje y desteje,
entre agujas, es el poema. Allí crece
y se aburre y en un punto decae.
Entonces vuelta, hilo con hilo, nudo,
choque de agujas para mangas desiguales,
largos desparejos.

El poema no quiere ajustarse al cuerpo,
repetirlo, calcar; el poema quiere
coser y entrelazar, insomne, disonante,
el mundo. Y yo.



SOLA

Hace que se arrastra, que camina, que vuela.
Que está sorda ciega y sorda y muda. Que no está.
Que es otra.

Hace de encerrada en un jardín, como sombra,
voz sin nadie entre el olor malsano de las flores
y los silbidos del viento; pero llama, se muerde,
parte la lengua.

Hace, rota, partida, nuestros días y noches:
como novia, muerte, niña.


  

Jorge García Sabal (Balcarce, Provincia de Buenos Aires, 1948; CABA, 1996)



  






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