lunes, 18 de diciembre de 2017

LA ALTURA
















AEROSILLA

Flota sobre el silencio de maleza 
prende un cigarrillito y va subiendo.
No existe más allá de ese chirrido
intermitente, del bamboleo mareado
en dirección al cielo. Los pies
en primer plano; no el presente
ni el futuro, ni nada. Sí los pies
que cuelgan, y también la roldana
que chirría, y el perfume caliente
de la maleza abajo, y el del humo
que la esconde y la acuna en su estrategia.



VECINAS

Las dos fuimos hacia la ventana al levantarnos. 
Esa mata de árboles y verdes enredados 
de donde salen chillidos y aleteos 
que separa su ventana de la mía 
es un alivio a cualquier hora.
Las dos fuimos hacia la ventana 
pero ella fue casi desnuda.
Los árboles, las lianas, las aves en el medio; 
y más allá su cuerpo blanco (tetas grandes, caídas, 
y panza señorial) fue también un alivio.



SALIMOS DEL CAFÉ

Salimos del café, 
cayó la lluvia.
Bien fuerte y bien encima.
Desplegué mi paraguas: 
alcanzó para dos.
Cruzamos por el medio 
sólo por esta vez: 
así sujetos.
Venía un auto pero nos dejó pasar.
No es que anduvo más lento, dadivoso: 
frenó; frenó del todo.

A eso me refiero.


(De: La altura
Bajo la luna, 2016)


Laura Wittner (Buenos Aires, 1967)






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