jueves, 16 de agosto de 2018

EL FIN





El color de los cuerpos
que caen juntos
en una misma cama
como si la trampa
hubiese estado dispuesta
hace años
en esos granitos de arena
en los ojos de los ojos
en una playa en el sol
en unas rocas en la luna
o las nubes de una galaxia
girando a todo calor
debajo de la piel.

Esta piel.

El color de los cuerpos
que se desean
bajo una misma noche
en un secreto
que de tan secreto
es una nueva luz
pero a la vez
una nueva oscuridad
entre otras piernas
que caminan hacia acá
entre las sombras
de una ciudad en ti.

Esta ciudad
Ése es el secreto.

Ése es el límite
de tu aproximación
y mi caída.


Es la pregunta
de si mañana
amaneceremos juntos
en un mundo sin mañana.



II

Te observas en el mar
como si fueras a lo lejos
el horizonte chiquito
de tus ojos
que rehúyen su propio reflejo
su propia luz
su propio anochecer.


los barcos dices amar
y esos barcos eres tú
siguiendo la línea
que dejan las estrellas
sobre su desaparición.


Cada nuevo detalle del cosmos
lo haces tuyo
y lo ofreces sin palabras
a un dios
que también es mi dios
pero del cual desconocemos
sus colores
su saliva
su luz profunda y su pena.


Un dios sin amanecer
como esta brisa
que rasguña mis labios
con la sal
en que se han convertido
los muertos
de este deseo.


Las olas rompen en ti
como los años en mi cabeza
como las noches que pasan
entre nosotros
y no nos ven
en el vértigo de verte durmiendo
en el fondo de los corales
que no me dejan respirar
la vergüenza.


Sangro de a poco
sobre este cuaderno
me enfrío de blanco las manos.


Las estrellas allá
huelen a piel y sal.


Todo lo que es polvo
acabará esta noche
en mí.



III

Alejas cada rincón
cada meteoro
entre tu cielo y el mío
huyes del monstruo
y del fondo del mar
que ves en mí
cuando te ves al espejo.


Nos reflejamos
y no sabemos qué hacer.


Deseo y miedo
es un mismo dios.


Una misma caverna
y una misma isla.


Uno que muere cada día
cada noche
en cada naufragio.


La renuncia es otro placer
uno para desconocerse
en medio
de las ráfagas de muerte
que la historia trae consigo
sobre la geografía.



IV

Desbordas luz y no te das cuenta
quieres enterrar tu corazón
en el fondo del bosque
donde vives tú
entre los árboles
que le roban el terciopelo
a las constelaciones.


Te asesinas cada noche
y tus ojos aparecen detrás
de esas montañas al amanecer.


No son montañas
es el porvenir
de tus manos.


Estás dentro de mi nombre
y eres yo mismo en el futuro.


El amor sólo es posible
entre cadáveres.

Lo sabemos.

Pocos metros quedan
para que pasemos juntos
una eternidad
una eternidad
hasta la estrella de la mañana. 



V (epílogo)


Amaneció
y la noche cósmica
ya no es más.


Ciertamente un cadáver
se despide de mí
el mismo que se frotó en mis ojos
cuando en un momento pensé
que el mundo entero era un momento.

El nuestro.
Ya no es más.

Todo ha desaparecido
con el óxido de un mar de acero.


Todo ha desaparecido
y alguien sonríe en otro país.

Ése era el secreto.
Todos los sabían menos yo.



Héctor Hernández Montecinos



Héctor Hernández Montecinos (Santiago, Chile, 25 de noviembre 1979. Es uno de los poetas chilenos más reconocidos de la última década. Licenciado en Literatura y Doctor en Filosofía en la especialidad de teoría del arte. De su proyecto Arquitectura de la Mentalidad, que consiste en tres trilogías se han publicado hasta el momento La Divina Revelación y Debajo de la Lengua. En paralelo a su labor poética, Héctor Hernández Montecinos se ha desenvuelto como gestor cultural y editor. Recopilando antologías importantes como 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana, o Halo: 19 poetas chilenos nacidos en los 90. Además ha realizado ensayos y recopilaciones de escritores como El imperio de los sentimientos, Obra reunida de Antonio Silva (2015) y Verás, Muestra de poesía, prosa y material inédito de Raúl Zurita (2017)El año 2009 Héctor Hernández Montecinos fue galardonado con el Premio Pablo Neruda de chile: en razón de su profusa obra poética experimental y vanguardista, su aporte a la poesía y teoría chilena, y a la escritura nacional.






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