jueves, 18 de octubre de 2018

TARDA EN APAGARSE





























Son las 4:50 de la madrugada
y bajo a fumarme un cigarrillo
el único cigarrillo que fumo
cada día, de lo que hay, necesito poco
menos cuando me enamoro
aunque intento trabajarlo.
Me siento en el escalón del edificio
que está frente a un hospital.
Los hospitales deben ser
de los pocos lugares que mantienen
las luces prendidas 24 horas.
Una forma extraña de esperanza.
Las ambulancias rojas y blancas
forman fila una atrás de otra
pegadas al cordón de la vereda
como algunos amigos que necesitás.
Pasa un auto y el conductor tira una colilla
encendida por la ventana.
Pestañeo y ya está apagada.
Pienso dos o tres cosas confusas
mientras el mío se va consumiendo.
Lo termino y lo tiro lo más lejos que puedo
pero tarda en apagarse.



NÉMESIS

Abro un libro en una página cualquiera.
El libro es Némesis de Philip Roth y dice:
siguieron abrazados sin tocarse.
Debieron transcurrir quince minutos.

Una vez me dedicó un poema
que empezaba con un haiku
del último libro que le había regalado.
El haiku hablaba de la luna,
de que cuando uno la mira se esconde
y de que cuando uno se olvida aparece.

A fines del verano me dijo
que siempre me llevaba con ella
y que también me había llevado
a Punta del Diablo esos nueve días.

Yo le pregunté si le alcanzaba con llevarme
si esa forma de estar le alcanzaba.



MIENTRAS ESTUVE CON ELLA

Mientras estuve con ella
se rompió el botón de la luz del baño
se descascaró la pared que está abajo de la ventana del living
la humedad avanzó
se pudrió la base de madera de la ventana del living
bañé con menos frecuencia a la perra
la cocina empezó a perder gas
se partió la perilla de plástico de la hornalla delantera izquierda
se rajó la tapa del inodoro que no repuse
todavía hago pis apoyada en la loza fría



METERTE EN EL MAR

Pienso que escribir
es como meterte en el mar:
primero el agua
está helada,
pero a medida que te metés
y permanecés
se va poniendo calentita.

Pienso que también
es una forma de pasar
sin mucho dolor
por este barro.

Y también pienso
que escribir
es hablar de amor
cuando se termina.



EL INSTINTO DE UN PERRO

La noche del 29 de mayo
cociné pastas que comí
al lado del fuego
que mantuve encendido
con pericia por horas.
Era la primera vez
que hacía fuego en un hogar
y me gustó aprender algo nuevo
el día de mi cumpleaños.
Después salí a caminar por el campo
me prendí un cigarrillo
un perro me siguió dos cuadras
hasta que otra cosa lo distrajo y se fue.
Y me quedé pensando
que me gustaría tener
el instinto de un perro:
saber cuántas cuadras acompañar
y cuando tener que irme.

(Obsequio del libro en papel
de: Silvio Katz)
  
Silvina Giaganti

  

Silvina Giaganti.  Poeta argentina, nacida en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, en 1976. Estudió la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA).  Además, es docente y coordina talleres literarios. Publicó sus textos literarios y periodísticos en numerosos medios de comunicación argentinos e internacionales. Tarda en apagarse (Caleta Olivia, 2017) es su primer libro publicado.



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