Son las 4:50 de la madrugada
y bajo
a fumarme un cigarrillo
el
único cigarrillo que fumo
cada
día, de lo que hay, necesito poco
menos
cuando me enamoro
aunque
intento trabajarlo.
Me
siento en el escalón del edificio
que
está frente a un hospital.
Los
hospitales deben ser
de los
pocos lugares que mantienen
las
luces prendidas 24 horas.
Una
forma extraña de esperanza.
Las
ambulancias rojas y blancas
forman
fila una atrás de otra
pegadas
al cordón de la vereda
como
algunos amigos que necesitás.
Pasa un
auto y el conductor tira una colilla
encendida
por la ventana.
Pestañeo
y ya está apagada.
Pienso
dos o tres cosas confusas
mientras
el mío se va consumiendo.
Lo
termino y lo tiro lo más lejos que puedo
pero
tarda en apagarse.
NÉMESIS
Abro un libro en una página
cualquiera.
El
libro es Némesis de Philip Roth
y dice:
siguieron
abrazados sin tocarse.
Debieron
transcurrir quince minutos.
Una vez
me dedicó un poema
que
empezaba con un haiku
del
último libro que le había regalado.
El haiku
hablaba de la luna,
de que
cuando uno la mira se esconde
y de
que cuando uno se olvida aparece.
A fines
del verano me dijo
que
siempre me llevaba con ella
y que
también me había llevado
a Punta
del Diablo esos nueve días.
Yo le
pregunté si le alcanzaba con llevarme
si esa
forma de estar le alcanzaba.
MIENTRAS ESTUVE CON ELLA
Mientras estuve con ella
se rompió el botón de la luz del baño
se descascaró la pared que está abajo de la ventana del
living
la humedad avanzó
se pudrió la base de madera de la ventana del living
bañé con menos frecuencia a la perra
la cocina empezó a perder gas
se partió la perilla de plástico de la hornalla delantera
izquierda
se rajó la tapa del inodoro que no repuse
todavía hago pis apoyada en la loza fría
METERTE EN EL MAR
Pienso que escribir
es como meterte en el mar:
primero el agua
está helada,
pero a medida que te metés
y permanecés
se va poniendo calentita.
Pienso que también
es una forma de pasar
sin mucho dolor
por este barro.
Y también pienso
que escribir
es hablar de amor
cuando se termina.
EL INSTINTO DE UN PERRO
La noche del 29 de mayo
cociné pastas que comí
al lado del fuego
que mantuve encendido
con pericia por horas.
Era la primera vez
que hacía fuego en un hogar
y me gustó aprender algo nuevo
el día de mi cumpleaños.
Después salí a caminar por el campo
me prendí un cigarrillo
un perro me siguió dos cuadras
hasta que otra cosa lo distrajo y se fue.
Y me quedé pensando
que me gustaría tener
el instinto de un perro:
saber cuántas cuadras acompañar
y cuando tener que irme.
Silvina Giaganti
Silvina Giaganti. Poeta
argentina, nacida en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, en 1976. Estudió la
carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además, es docente y coordina talleres
literarios. Publicó sus textos literarios y periodísticos en numerosos medios
de comunicación argentinos e internacionales. Tarda en apagarse (Caleta Olivia,
2017) es su primer libro publicado.
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